lunes, 31 de octubre de 2022

La hechicera del Sol de Mediodía, Pirineos valle de Chistau, Huesca

Un recorrido que me gustaba muchísimo en mis entrenamientos y que se asemeja al cross era correr hasta el puente de Plandescún por el carril de las piscinas por aquel lado del barranco de Lisé.

Había épocas que no podía pasar por la crecida del río o que los barrancos que bajaban de la zona de Mediodía y el ibón llevaban mucha agua y no podía saltar ni salvar.

Como fuere, cuando hacía bueno, me encantaba volar por ese recorrido, esquivar y saltar todo tipo de obstáculos a 18 o 20 kms por hora. 

Siempre había un obstáculo que provocaba que mi crono no marcase lo que yo quería. Resbalones, equilibrios en la zona de piedras, parar para salvar con garantías la zona de barrancos por donde discurría el agua al Cinqueta, etcétera.

Todos estos contratiempos no me desanimaban en mis experiencias y enriquecían mis conocimientos de competición.

Otro contratiempo que me dejó perplejo y no solo una vez, fue doblar una curva de las que hay por ese carril y encontrarme de frente a Pilarica, decirme hola y yo corriendo como un demonio lleno de barro pasar por su lado saludando con el brazo levantado desapareciendo en la siguiente curva.
 
Sinceramente llegué a pensar que Pilarica era una hechicera del valle y se me aparecía por donde menos la esperaba.

Sé que Pilar tiene un corazón enorme y es una persona muy protectora. Tiene tierras que atesora por encima del lavadero heredadas de su madre.

Sabemos que vive en una casa humilde, un edificio clásico con fachada de piedra adosada a casas vecinas. Y siempre la ves con sus gafas de lectura y una llave de hierro de gran cerradura, de la puerta de entrada de su casa.

Se que le encantan las estampas y los calendarios y siente gran curiosidad y admiración por personas de su entorno. Por eso me la encontraba caminando sola en medio del paisaje por cualquier camino.

Me costaba oírla con esa vocecilla de trompeta porque una de sus pasiones es conversar además de leer los periódicos a ciertas horas de la tarde esperando que alguien la invite a un café.

Así que una vez que yo retornaba de Plandescún lleno de barro, con las zapatillas mojadas y embarradas tras pasar por la peor zona del carril, no podía aguantar y me paré a orinar en el recorrido donde la maleza envuelve por completo.

Me subí la nalga y me puse a orinar. De repente, a treinta metros por la siguiente curva vi unos pelos y una cabeza que venía andando por el camino. Me recogí la nalga enseguida y me puse a correr.

Enseguida apareció Pilar y al cruzarnos me dijo hola y yo levanté el brazo saludando, echando a correr que me las pelaba, aguantando no haber orinado lo suficiente.

Miré en mi crono dos minutos desde que pasé por el lado de Pilar, un árbol, me bajé la nalga y terminé de orinar allí dolorido y desmayado. 

Otras pocas veces me la encontré caminando por la carretera en el momento que yo cogía el desvío de subida a Crabils para subir por Serveto a La Poma o desviarme antes hacia Gistaín por el barranco Foricón.

En el bar algunos le gastaban bromas pesadas. Se levantaba de la mesa y le escondían las gafas o la llave de hierro de la puerta de su casa.

Trastornada pedía que le devolvieran. Nerviosa a su pesar buscaba por los entresijos del bar y a veces la encontraba. Si no, la broma llegaba demasiado lejos y ella salía del local y al rato volvía a entrar. Los bromistas entonces habían devuelto alguna de sus preciadas cosas a su lugar.

No me gustaba la broma pero a veces, solo a veces, me hacía reír. Y un día se me ocurrió presionarla delante de personas que solían gastarle bromas. 

"Pilar, para qué quieres tus tierras?. Regálame tus tierras. Para qué quieres tu casa?. Regálame tu casa y reconstruyo una nueva." 

- "Ay, no. Que no!. No vendo nada. No se vende."

Me puse tan pesado que la pobre mujer no tuvo capacidad de reacción. 

"Pili, me dejas tus tierras, las vendo y nos hacemos millonarios." 

Seguí presionando como un especulador sin escrúpulos.

Y ahí terminó todo. Algunas personas que le gastaban bromas alzaron su voz y la defendieron del acoso y de mis risas. 

"Bernabé, deja a Pilar en paz. Que la dejes en paz te digo!."

Y yo erre que erre: "Pilar, pásame tus tierras y tu casa, la vendo y nos hacemos ricos."

Me hicieron callar. No iban a dejar que la atormentase con hacerla millonaria con mi tontería especulativa.

Pilarica es una hechicera buena, un hada protectora de personas, casas y haciendas.

La hechicera del Sol de Mediodía

domingo, 30 de octubre de 2022

Fórmulas y ecuaciones (E=MC2) chistabinas, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Esto es un cuento muy verdadero. En el instituto yo cateaba matemáticas, física y química. Estudié Ingeniería Técnica Industrial que le llamaban en 1975. Electricidad y Electrónica era la especialidad en la que me había metido mi padre.

Las clases eran un bodrio de contenidos, nada que ver con la potente industria de hoy. No pensaba ser un número en una empresa y hacerme viejo construyendo paneles electrónicos.

Yo quería ser compositor, estudiar solfeo y saber tocar instrumentos. Lo peor fue el franquismo en el instituto, profesores mediocres con problemas graves de personalidad.

Algunos como el de física y matemáticas pasaron a ejercer de profesor en la universidad. Lo peor es que los ejercicios que calculó en la pizarra siempre estuvieron erróneos. Los míos estaban bien y el tipejo me llenó la vida de suspensos. 

Llegué al atletismo con treinta y tres años tras sufrir una serie de intoxicaciones de origen desconocido. Enseguida comprendí que correr es una ciencia y yo investigaba el porqué no podía ganar carreras.

En Chistau tuve las condiciones perfectas para mis investigaciones. Manejaba en mi cabeza un montón de fórmulas y ecuaciones, todo un tratado de acondicionamiento físico, capacidad física, física deportiva y matemáticas además de psicología. 

Porqué no podía ganar carreras?. Pues la solución pasaba por aplicar una serie de fórmulas y ecuaciones en los entrenamientos. O sea física y matemáticas. A estas ecuaciones las llamé "Emecé al Cuadrado".

Nunca tuve un entorno para desarrollar mis especialidades. A partir de treinta y tres años mi especialidad era correr. Nunca iba a dejar que nadie manipulara mi vida fuera de mis inquietudes personales.

Trabajando en la ermita mi especialidad era hacer mortero y grava. Además me gustaba la pala y el azadón.

Así que averigüé que si no aplicaba "Emecé cuadrado" tenía nulas oportunidades de ganar carreras.

"Emecé cuadrado" es la fórmula de la energía de Einstein. 
"Multiplique la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz y obtendrá mucha energía." 
Está clarísimo!.

Ahora llega el catedrático tontaina de turno y multiplica diez kilómetros de competición por el cuadrado de trescientos mil kilómetros por segundo. 

En fútbol, el deporte mejor pagado, también existe la equivalencia, pero los tontainas usan la potencia en las tablas de entrenamiento, una creación francesa bastante obsoleta según el deporte. 

Un esprinter, por ejemplo, en una prueba de cien metros de velocidad, sí necesita potencia: la de arrancada. 

Qué potencia necesita un futbolista que va a correr diez kilómetros en 90 minutos de partido?.


Fórmulas y ecuaciones (E=MC2) chistabinas

Cuentos de Miguelón: El Carro. Pirineos Valle de Chistau, Huesca. Leer lee lecturas. Audio vídeo para personas con discapacidad visual.

 Si tienes problemas de visión puedes oír el relato en este audio vídeo 👇👇👇


Miguelón era ese tipo de chaval más grandullón que los demás lleno de churretes por toda la cara y huellas de mocos que se limpiaba con las mangas de lo que llevara puesto ese día. 

Este mozo era hijo de Josefina, la señora de la Casa Ballarín de Plan y era muy altivo y orgulloso por las cuantiosas posesiones de su familia, casa grande terrenos y muchas vacas, más de doscientas vacas que su padre le enseñó a criar en las cuadras y los corrales en invierno y guiarlas en verano a la alta montaña allá por la Cruz de Guardia en el camino de Barbaruens.

Pero los niños son niños y Miguelón no iba a ser menos porque contando diez años un día encontró en el almacén de su casa ruedas de rodamientos de acero y se quedó anonadado contemplando los cojinetes de su interior mientras los hacía rodar por encima los muebles de madera como si estuviese subiendo y bajando montañas o en  una carrera de bólidos todoterrenos, y fue cuando se le ocurrió una idea que solo compartiría con sus amigos más cerrados porque no quería que se enterasen sus padres: construiría un carro de madera con los cojinetes de rodamientos.

Así fue cómo llamó a Ángel de Casa Corneta, a Javi el hijo del Panadero, a Pepe de Casa Ruché, a Fantova, a Dueso, a Puyé y a Guillermo que de mayor quería ser médico, algunas chicas se querían unir pero Miguelón no las dejó porque temía que se lo chivarán a su madre.

El carpintero que siempre tenía la puerta de entrada a la carpintería sin echar la cerradura vio como le desapareció unas tablas y algunos palos y por mucho que los buscó no encontró sentido a que se lo hubiesen robado y menos en Plan.

Los niños trabajaban intentando ensamblar el curioso armatoste que estaba armando Miguelón en el campo por encima de la iglesia en la camino que va a Crabils, que por ser verano por allá no irían sus padres teniendo las vacas en la montaña, y a veces entraban en discusiones y peleas como es propio de los niños con una decena de años "eres tonto, eso no se pone así", "más tonto eres tú que nunca has visto un bólido porque no tienes televisión", "lo hemos visto en tu casa cara vaca", "más cara vaca eres tú que pareces el tonto del pueblo", y así seguían las discusiones hasta que todo quedó ensamblado y los ojos de los niños brillaron al probar con las cuerdas que el armatoste giraba con suficiencia.

Se montaron todos uno detrás del otro todos pegados como una serpiente o un gusano y hicieron como que bajaban por alguna cuesta del pueblo a toda velocidad girando sus cabezas a la vez ora para la derecha ora para la izquierda imaginando que el aire les hacía cerrar los ojos como los chinos.

Aquello ya estaba listo para la aventura que Miguelón tenía guardada sin decir nada para que sus amigos no se asustasen pero cuando Javi, Guillermo, Dueso, Puyé, Ángel, Fantova y Pepe escucharon lo que pretendía Miguelón, los niños se asustaron y empezaron una discusión que desembocó en otra pelea por si alguno tenía valor de chivarse a sus padres.

Al final pasó como con los mosqueteros, buena ocurrencia de Miguelón para unirlos y evitar el chivatazo. Escondieron el armatoste desmontado y se separaron para volver cada uno a su casa con el secreto guardado entre los labios todo lleno de churretes y barro.

A los pocos días por la tarde que no tenían escuela un vecino de Gistaín los vio subir por la vereda desde Plan para arriba cargados con un armatoste extraño que llevaban con las manos en alto y que cuando se cansaban echaban al suelo mientras los escuchaba discutir.

Detrás de ellos le seguían al menos cuatro niñas que por lo visto se habían enterado de lo que tenían montando y los niños se daban empujones a ver quién había sido el chivato pero en cuanto cogían el armatoste de madera se quedaban callados subiendo los dos kilómetros de cuesta hasta Gistaín. 

Justo cuando iban a llegar al último repecho soltaron el carro partido en piezas y con las llaves que se habían traído empezaron a atornillar, el tablero al tronco que quedaba por arriba y donde se iban a sentar; los palos con los cojines bien colocados en la parte delantera con su cojinete de giro por abajo del tablero con un tornillo gordo que atravesaba también el tronco; y al final montaron el palo con los cojinetes traseros que también atravesaba el tablero y el tronco con un tornillo gordo en el centro que cruzaba otro tronco bien incrustado en el tronco principal como en la parte delantera.

Una vez lo tenían listo dijo Miguelón: "El cobarde que quiera volverse a casa llorando que abandone ahora porque aunque el carro tenga frenos no pienso parar si se caga en los pantalones."

Fantova miró a Dueso, Dueso a Ángel, Ángel a Guillermo, Guillermo a Javi, Javi a las niñas que se reían y se quejó: "Pero vámonos ya carabobos que parecemos tontos mirándonos y se nos va a secar los mocos mirándonos y como llegue la noche no vamos a ver ni la vaca que cagó en Plandescún, que después tengo que ayudar a hacer el pan. Vámonos ya!." 

Entonces cogieron todos el carro de madera y subieron para bajar por la carretera antes de la primera curva hacia San Juan. Las niñas ante la inminente salida se fueron corriendo por la vereda para Plan para verlos llegar por la esquina del aserradero.

Miguelón se sentó el primero como conductor y detrás se fueron sentando los otros cuatro en forma de gusano, Javi el último. 

Entonces Miguelón soltó el freno y aquello parecía que no quería rodar pero cuando se movieron un poco aquello se soltó y empezó a coger una velocidad endiablada por la fuerte pendiente de la carretera, y cuando Miguelón movía la cabeza a la derecha los demás también como si fueran un gusano.

A algunos les rechinaba los dientes del miedo por la velocidad que llevaban y cuando vieron la primera curva de 180° a la derecha algunos se mearon encima pero Miguelón frenó un poco antes de coger la curva y cuando se dieron cuenta iban disparados hacia la siguiente curva de 180° a la izquierda donde algunos se tiraron pedos cogidos por los nervios y las tripas gritando.

Pero Miguelón iba a lo suyo concentrado en agarrar la siguiente curva de 180° a la derecha en dirección al Puen de los Pecadors donde todos vieron que el carro perdió un tornillo y trozos de madera sin que se deshiciera.

Pasaron por la cerrada curva de San Juan donde algunos vecinos los vieron pasar haciendo un ruido infernal totalmente asombrados y antes de llegar al último repecho para bajar a Plan algunas vecinas y madres que paseaban no daban crédito a lo que habían visto.

Una decía a las otras: "Creo que el del medio era tu hijo"; y la otra contestaba: "Pues no sé pero tú hijo iba en ese carro"; y la otra decía: "Pues me ha parecido que el que conducía era Miguelón, porque mi hijo no es capaz de hacer estás cosas"; "¿Que tú hijo no es capaz de hacer estas cosas?... Porqué, porque se llama Guillermito..." Y así seguía la discusión entre ellas. 

Mientras, el carro había cogido el último repecho de bajada a Plan y las niñas que lo veían bajar desde la esquina de la calle del aserradero quedaron asombradas cuando pasaron por delante de ellas con los pelos tiesos y en la siguiente curva el carro que había perdido algo más que tornillos no respondió al giro y se precipitó cayendo al terraplén bajo la carretera donde pacían las vacas sobre la hierba fresca y un gran zurullo de vaca que provocó que el carro ya sin ruedas delanteras frenará amortiguado casi en seco saliendo ellos despedidos sobre el prado en distintas direcciones mientras las vacas observaban atentas el motivo de tanto estruendo.

miguelo en tractor

(Recorrido que hicieron con el carro. En rojo el campo donde pacían las vacas)

El pantalón vaquero mejor que la malla rosa, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Llevaba más de tres meses en Chistau como invitado. No recuerdo qué se iba a celebrar pero me habían pedido que me comprase un pantalón.

En Málaga me sobraban pantalones pero no quise coger ninguno. En la mochila metí todo para un gran viaje, sin pantalón. Me compraría alguno en cualquier parte. Llevaba pantalones de atletismo y mallas para correr. 

Estuve en un medio maratón en una localidad cordobesa con Fikry, un atleta marroquí de Nerja amigo mío.

Dormimos en una fonda barata que él conocía y al día siguiente corrimos con desigual resultado.

Fikry no era un súper élite, se situaba bien en las competiciones, nunca ganó. Durante nuestra amistad me enseñó algunas técnicas para entrenar. Nada de lo que yo quería saber.

Cuando terminó el evento se volvió para Nerja y yo para cualquier parte. Así era yo. Me iba por ahí sin saber dónde y pasaban años sin volver por casa.

Fue cuando aparecí en Chistau con mi mochila, mi tienda de campaña, mis mallas y mis sudaderas de entrenar.

Tres meses después enfilaba final de junio y no veía la hora de irme. "No te vayas que ahora celebramos...y lo pasamos muy bien." Pues pasó el tiempo y seguía en Chistau en la acampada de la serrería.

Qué se iba a celebrar? No lo sé. Algún evento en la iglesia y después fuera. Y me dijeron que me comprase un pantalón para estar decente. 

Así que creo que Manolo el cartero me llevó a Aínsa, aparcó en la avenida Ordesa en la puerta de una tienda de pantalones y se fue. Creo que la tienda también se llamaba Cheliz. 

Lo cierto es que vivir aquellos meses en Plan me había relajado tanto que mi cerebro estaba adormecido. Me sentía flotar en aquel ambiente que disfrutaba. 

En la tienda me sacaron el enésimo pantalón. No me di cuenta que estaba siendo un martirio para el dependiente. Me comportaba como un tarao, y me sorprendí a mí mismo no poder evitarlo.

Creo que se debía a la influencia de aquel espejo del probador. La imagen que proyectaba de mí era un engaño. Yo estaba muy delgado y cualquier pantalón que me ofreció el dependiente me quedaba perfecto.

En el espejo veía otra persona que se veía horrible con aquellos buenísimos pantalones. Transigí con una paranoia de efectos Ley de Murphy de muchos quilates.

La ley de Murphy se basa en un principio empírico para explicar hechos en cualquier ambiente. "Si algo puede pasar, pasará (bueno o malo)."

Este planteamiento pesimista puede aplicarse a todo tipo de situaciones, una suerte de Ley empírica sobre la resignación ante el devenir de los acontecimientos. Me estaba pasando a mí.

Leo que: "La Ley de Murphy no se trata realmente de una ley científica, ni de un teorema comprobable. Sin embargo, inspirada en el concepto científico de la entropía, el grado de desorden al que tienden inevitablemente todos los sistemas, dada la suficiente cantidad de tiempo."

Joerrrrrr!. Todo el verano en bolas en las calas de Nerja. A todas partes con malla rosa que no compra nadie. Tener un montón de pantalones en casa y no coger ninguno. Y ahora todo pantalón que me ponía delante de este espejo proyectaba una imagen mía negativa. Solo estaba guapo con mi ropa deportiva. 

Entonces el dependiente de la tienda me dio un pantalón azul y el espejo proyectó una imagen positiva. No me lo podía creer!. 

Pagué y salí de la tienda con pesar y me fui paseando por la avenida Pirenaica cerca de la gasolinera cuando pasaba con el coche Lorenzo de Mur. Me preguntó si iba para arriba y le dije que sí.

Íbamos camino de Labuerda cuando le enseñé el pantalón que me había comprado para el evento y enseguida se echó al borde de la carretera parando el coche.

"Bernabé, este es un pantalón azul para trabajar en la obra."

Yo con la panacea mental que tenía no daba crédito a lo que decía. Lorenzo dio la vuelta y nos dirigimos a la tienda en la avenida Ordesa. Habló con el tendero y hizo que me cambiase el pantalón.

Otra vez el espejo devolviendo mi imagen negativa. Sabiendo lo que me ocurría, Lorenzo me hizo comprar un pantalón vaquero y yo ni me miré en el espejo. 

El pantalón me quedaba un poco grande. Lorenzo me dijo "Si engordas un poco te quedará bien y si adelgazas pues una buena correa."

Y nos fuimos rápido de la tienda antes de que me entrase paranoia murphiana. Mis disculpas al tendero por lo que me estaba pasando. 

Creo que al espejo del probador le gustaban mis mallas rosas, me devolvía una imagen horrenda con pantalón.

 

miércoles, 26 de octubre de 2022

Que no corres naaaaaaaaaa!!!

Esto que intento expresar no es una burla sino una reflexión. He viajado muchísimo con la mochila en la espalda. He dormido cada noche durante décadas en la tienda de campaña. 

Se llama vivir en la intemperie. Un estado donde se busca esencialmente lo necesario. Una vez que lo vives cambia la manera de pensar y se distinguen las panaceas mentales de muchos cuentistas.

Había estado en Benasque hablando con el organizador de la carrera y cuando aparecí en Chistau fue por el letrero de la conmemoración de la Caravana de Solteros.

Pensé que iba a haber una caravana de solteros y tenía interés por ver qué pasaba. Creo que llegué tarde porque no hubo ninguna caravana. Fue una decepción.

Me quedé a vivir en Plan porque unas personas lo hicieron posible y a mí me gustó muchísimo. Tenía campo para entrenar sin coches que te rozaran a cada momento y además me daban trabajo.

A veces me fui corriendo a Aínsa a dar  una vuelta. Otras veces lo hice con la bicicleta de carretera del amigo McRae. 

Solía ir a Boltaña muchas veces andando desde Aínsa. Me gustaba volver a aquel bar de la carretera por el que pasé durante años: el Parador de Boltaña.

A una panacea mental se le llama también diarrea mental y cuando uno es kokólogo lo sabe diferenciar. Un ejemplo de diarrea mental es lo que les ocurre a los enamorados platónicos, a los machotes y a las machotes. 

Sería mentir si dijera que no me ha ocurrido a mí. Cuando el cerebro quiere resetear sufre una panacea que lo deja sin saber por dónde ir.

Un ejemplo ocurrió una mañana en Ruché cafeteando, aparecer Colis, tío Manolito, Carlos Buisán, Molins el fontanero de San Juan, y como no, Miguelo. Ya está liada la retortilla.

Miguelo se sentó separado del resto a leer el periódico bebiendo pacharán. Los demás empezaron a picarlo: "Miguelo, que estamos echando una apuesta a que Bernabé te gana corriendo."

"Bah, este no corre naaaaaa!". Cayó en la trampa. Oí decir a Pepe que no puede correr ahora porque "se ha bebido tres pacharán."

Colís: "Claro, Miguelo no puede correr así pero estoy seguro que le gana a Bernabé." 

Carlos Buisán: "Miguelo corre mucho jugando al fútbol pero correr contra Bernabé es que no aguanta."

Molins: "No puede, no puede!. Dejadlo que lea!. Además seguro que se le duermen las piernas."

Pepe: "Podrían echar una carrera hasta Plandescún pero yo creo que Miguelo le puede a Bernabé."

Miguelo suelta los periódicos y con la panacea mental ya metida en la cabeza: "Con este?... Bah, no tengo ni para empezar!. Echemos la carrera hasta Plandescún, lo voy a dejar en la mitad!."

Yo: "Que no Miguelo, que no. Estás con pacharán y no quiero que te dé una pájara y te deje seco corriendo a Plandescún."

Pepe: "Que vayan estos detrás con los coches para recogeros..."

Colís arengando aún más a Miguelo. 

Molins: "Que no, que no va a poder. Lo mismo tenemos que llamar al médico Guillermo." 

Carlos: "Corre mucho en fútbol y lo mismo le da bien a Bernabé." 

Manolillo: "Lo mismo le sienta mal y hay que llamar al helicóptero para que se lo lleven."

Miguelo: "Venga, bah, dejaros de chalauras. Pero si Plandescún está aquí al ladooooooooo....." 

Pepe: "Jugaros a ver quién paga la apuesta. Yo digo que gana Miguelo."

Y así una hora entera Miguelo diciendo: "Esto está chupadoooooo."

Obligado a correr con Miguelón por una apuesta entre estos del gallinero, me puse en la línea de salida.

Yo llevaba mis mallas largas y mi sudadera, no me quise quitar nada porque sabía que ni iba a sudar. Bebí tres cafés.

Miguelo con zapatos botines, pantalón vaquero y una camisa larga remangada. Bebió tres pacharán.

Pepe dio la salida desde la ventana del bar. Los demás jaleando se lanzaron a por los coches y se pegaron a nuestra espalda cual coche escoba.

Cruzamos el puente del barranco en la Capilleta y Miguelo iba poco retador. Lo peor para Miguelo fue la bajada desde Casa Fantova que se aceleró el solito. Se estaba volviendo zombi.

En el primer kilómetro al final de la cuesta Miguelo ya era un zombi y ni me había enterado que estábamos corriendo. No creo que él pudiese sentir las piernas.

Los otros con los coches arengando a Miguelo sacrificado por cabezón. 

"Tranquilízate y relájate porque tienes muy mala cara y quiero que llegues a Plandescún. Así que te acompaño. Cálmate!." - le dije.

El pobre Miguelo se calmó y yo a su lado mirando que no le diera un patatús. Los otros desde los coches "Váis bien, váis bien!." 
Yo sé que si Miguelo me habla va bien. 

- "Miguelo, vas bien, vas bien?."  
- "Que sí, hostia, que sí!." 
Le gritaban atacados de risa con cachondeo dentro de los coches.

Cruzamos el túnel de la presa y Miguelo iba tranquilo y relajado. 
Le dije que cerca del puente de Plandescún hiciese un esprint, que yo haría como que intento alcanzarlo y no puedo.

Y justo en la curva del puente, Miguelo hizo el esprint y salí detras de él sin llegar a alcanzarlo.

Detrás se escuchaban los gritos en los coches animándolo para no dejarse alcanzar y cuando pasó el puente alzó los brazos como un auténtico campeón.

Que no corres naaaaaaaaaa!!!

La danza de las moras chistabinas, Pirineos Valle de Chistau, Huesca


Dicen que los ibones los crearon las moras y la magia de las brujas de Chistau.

Las imaginé por las noches volando en sus escobas para reunirse con las hadas en algunos de los ibones, en la Basa, Urdiceto, Millares o Barbarisa, según la orientación de la Luna en el cielo nocturno y que su halo de luz se reflejase en el agua iluminando los encantamientos.

Que Chistau es tierra de brujas no me cabe duda porque en el valle la creencia en la magia negra o blanca está muy arraigada desde los tiempos de la princesa Pyrene.

El fulgor de las hogueras y las antorchas en la noche de La Falleta de San Juan, los trucos de la noche de San Antón, los encantamientos de la Basa de la Mora, el frío embrujo del ibón Barbarisa, los aquelarres en el ibón Los Millares, la distante oscuridad de Urdiceto, lo imponen las brujas del valle en connivencia con las hadas y las moras como signos protectores en cada casa.

Ramitos de abeto, acebo o boj bendecido en domingo de Ramos en las puertas de los hogares, los corrales y las bordas. Amuletos en las chimeneas y en las campanas de las cocinas hechos de madera para proteger de las malas brujas y los malos espíritus.

Cualquier alimento de una mala bruja te puede envenenar con su encantamiento. Pero, y si es una bruja buena?. Y si es un hada protectora?. 

Si es una mora que danza al son de tu corazón, verás danzar las aguas de los  ibones y te habrán bañado en alguno de ellos.

Incluso bañándote en el río Cinqueta en verano o rodeado de nieve en invierno, tu espíritu sentirá protección mientras danza la Luna hermosa y serena sobre las aguas gritonas. 

La danza de las moras chistabinas

domingo, 23 de octubre de 2022

La nieve caía por el Valle de Gistaín, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

El valle de Gistaín se extiende por la parte alta del río Cinqueta. Al oeste, el puerto de la Cruz de Guardia para ir al Valle de Bielsa; al norte, los puertos de Plan y de La Pez, para llegar a Francia a través de más de 1.500 metros de altitud; al este para llegar al refugio de Biadós, tomarte un café y tumbarte en la hierba junto en el llano satisfecho del paisaje de los Espadas y Llardanas arrascándote la barriga.

Llegar a Biadós es un objetivo escalonado en el que empleaba más o menos los mismos tiempos que llegar al solitario Puerto de Sahún. 

Subir por las vertientes del río Cinqueta era escalar por un cerrado desfiladero que solo se abría al cielo tras muchos kilómetros allá por los llanos de la Virgen Blanca, cruzar el río de La Pez y entrar por el barranco de Añés Cruces subiendo hacia Biadós, que no se ve hasta que termina el carril en el mismo llano.

Hubo épocas que llegué a subir tres días a la semana. El día más lindo que subí hacía una tarde un poco revuelta. Llegué desde Plan a la entrada del carril aún en fase de calentamiento. Entre disparado corriendo por la ribera oeste del río Cinqueta para alcanzar pronto el Puente del Molin por donde bajaba una lengua de aire frío desolador.

Subiendo ahora por la ribera este me esforzaba en resistir el aire helado. En la zona de rampas más duras empezó a nevar y corrí aligerando el trasero a trompicones haciendo kilómetros por aquellas cuestas previas al cruce de Es Plans.

La nieve hermosa caía, no llegaba a cuajar en el suelo. Yo llevaba unas gafas protectoras transparentes, vestido con una malla larga rosa, abrigado con una sudadera roja y debajo solo una camiseta de atletismo. Previsor, llevaba una camiseta de manga larga del maratón de Sevilla amarrada a la cintura debajo de la sudadera.

Era la primera vez que veía caer la nieve en Chistau. Iba absorto entre los árboles del bosque. El paisaje blanco tras atravesar el Puente de Lisier por la orilla izquierda del Cinqueta, corriendo rápido a 3:15 minutos por kilómetro para alcanzar pronto el llano del Campamento Virgen Blanca. 

El desfiladero era una bella estampa invernal, un auténtico paisaje que se cubría de nieve, tan bello como el frío aire que respiraba a cada zancada.

Atravesé el puente del río de La Pez y subí dando zancadas cortas y veloces en las curvas cerradas subiendo a El Forcallo. Desde allí pude contemplar el recorrido que había hecho con todo el Valle de Gistaín en penumbra con una luz atravesada tan fantasmal que la nieve parecía oro. 

El carril volvió a girar y veía enfrente los Espadas y los Llardanas, tenebrosos y rodeados de nubarrones tormentosos. El último recodo a la izquierda, un todoterreno aparcado y Biadós bajo las sombras de la montaña.

Media horita en su confortable interior, el agradable trato del guarda, Joaquín Cazcarra y su señora Cristina, amigos de Gistaín que regían el refugio, un buen cafelito calentito que me prepararon, bebido a sorbos sin prisas. Tras los cristales del refugio la nieve no dejaba de caer.

Estaba todo muy hermoso. Salí para volver a Plan y me quité la camiseta de manga larga del maratón de Sevilla. Me quedé con las mismas prendas con las que subí y inicié el recorrido tras despedirme.

Sin problemas para correr yo volaba para Plan sobre la fina superficie de nieve. La tarde empezaba a oscurecer y en un par de horas se haría de noche. 

Yo iba calentito, sin sudar, con un paso medio de 3:30 minutos por kilómetro y en las bajadas aumentaba la velocidad a un ritmo de 2:50 minutos por kilómetro. Esto quiere decir que en unos treinta o treinta y cinco minutos estaría en casa dándome una ducha.

Cuando pasé el Puente del Molin oí un coche a lo lejos por la carretera de Gistaín y corrí más rápido hasta alcanzar el final del carril.

 En la curva de la carretera respiré hondo dejando atrás el desfiladero. Pasé por San Juan de Plan a hurtadillas con la cabeza salpicada de nieve. Corría lento para que me vieran los coches que subían con las luces encendidas. 

Cuando llegué a la vera de la carpintería de Joaquín di por acabada la fiesta. Me abrigué y caminé a casa por la calle Cosme.

La nieve caía por el Valle de Gistaín

La nieve caía por el Valle de Gistaín

La nieve caía por el Valle de Gistaín

sábado, 22 de octubre de 2022

Las borracheras en Chistau no eran buenas, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Una historia que provocó mi aislamiento en Chistau fue que dejé de ir a fiestas. Me limité a merodear el bar del hotel, la casa Ruché y bajaba poco a las piscinas en verano. Se lo conté a algunos pero no parecieron entender nunca.

Solía ir a fiestas chistabinas, estas que tienen su curso anual de pueblo en pueblo más o menos con los mismos grupos musicales que yo llamo chatarreros que proveía una empresa catalana.

Nunca he tenido automóvil propio y dependía de uno y de otros al punto de que cuando el cansancio hacía mella me veía en la situación de pedirle las llaves para dormir en el coche, algo preocupante porque hacía mucho frío por la noche.

La causa era que yo trabajaba y entrenaba a diario. Oiga, que estoy hablando de entrenar treinta kilómetros corriendo a pie después de un día de trabajo!.

Después en las fiestas el cuerpo me pedía descanso y lo que ocurría te lo cuento enseguida.

Fuimos a la fiesta de Salinas, en la parte trasera del mesón. Al principio había chicas pero un montón enorme de chicos. Conforme pasó la velada quedaron dos francesas y cincuenta chicos y entonces me fuí a dormir al coche.

A la mañana siguiente fuí con Miguelo a entregar unos toneles de vino al Mesón de Salinas. El dueño, el bueno de Pepe Bielsa, después de un almuerzo de media mañana habló conmigo y dijo:
"Bernabé, mira!. Anoche me pediste cervezas y te puse unas cuantas. 

Después me pediste Cointreau. En Chistau nadie bebe Cointreau y te bebiste toda la botella. 

También me pediste Pipermint. En Chistau nadie bebe Pipermint y tú te bebiste esta botella entera y media de esta. Y también te bebiste unos cuantos pacharán."

La cosa como entenderán empezó a preocuparme seriamente. Es cierto lo que me decía el bueno de Pepe Bielsa aquella mañana en el Mesón de Salinas. Yo estaba muy preocupado por el descontrol y dejé de ir a fiestas chatarreras que no me hacían ningún bien.

Esto tiene una explicación fisiológica. Un atleta bien entrenado  que corre montaña arriba sin sentir cansancio, tiene un corazón fuerte. Mi ritmo cardíaco podía bombear 40 litros de sangre por segundo aproximadamente.

Cuando bebía no me sentía borracho. Bebía las copas como si fuese un manjar. El aburrimiento y el ruido me influía a beber. Con hiperacúsia severa me hacía gritar más fuerte y beber más para no tener la boca seca.

Así que el amigo de Mesón de Salinas fue muy bueno conmigo y me hizo tomar una decisión contundente: dejé de ir a fiestas.

Las borracheras en Chistau no eran buenas

La gran roca de Saila en la ermita de la Virgen de la Plana, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Era el hombre más fuerte del pueblo, un cacho pan, trabajaba en la obra a medias con Barón, tenía vacas y otros animales de granja, cabras, gallinas, y también animales domésticos, gatos y  perros pastores naturales de ganadería.

Estuvo en la construcción de la ermita de la Virgen de la Plana, aportó su granito de arena con su mano de obra y esfuerzo físico además como maestro albañil para avanzar en la construcción de la pared oeste del edificio.

Un día llegamos y trabajamos hasta el almuerzo de media mañana, hablaron Ferré, el Gallego, Cozme, Miguelo y Saila  que buscaron entre el montón de bloques de piedras demasiado grandes y pesadas que esperaban ser quebradas y desmenuzadas por el cincel picapedrero.

Hallaron una piedra enorme de forma rectangular semi cuadrada con el ancho justo de la pared, pesada como ella misma, elegida por Saila fue medida por todos sus lados antes de decidirse si era idónea para colocarla en la pared.

Una vez se decidieron me mandaron coger el carro nuevo que tenía la rueda bien inflada. Lo sujeté bien fuerte,  cogieron aquella piedra enorme entre cinco y la colocaron dentro de la caja del carro. La situaron bien en la parte delantera para impedir "efecto palanca." 
Asistido por ambos lados pude llevarla hasta la pared donde querían colocarla. Midieron la media altura y el ancho del muro oeste, a poco más de un metro del suelo.

Era una operación importante el querer colocar una piedra de ese calibre en el muro de la ermita. La pared tenía que estar seca de días. Estuvo todo bien medido y bien pensado, no pararon de hablar chistabino ni un solo momento. Parecían un corrillo de cotorras hasta que por fin me llamaron y tuve que dejar la hormigonera.

Ferré explicó cómo teníamos que proceder: "Saila abrazaría la piedra para levantarla del carro. Nosotros le ayudaríamos a ponerse recto. Una vez en sus brazos Saila nos diría que lo soltemos si la tiene bien cogida."

Y eso hicimos: "La abrazó en el carro y tiró para ponerse recto. Dos lo sujetaron por detrás por si era arrastrado por el peso de la piedra hacia adelante. Los demás ayudamos elevando un poco la piedra hasta verlo erguido. Saila nos avisó que la tenía bien cogida."

Quitamos el carro del medio y vimos a Saila proceder por si mismo. Con todo su potencial, agarrado a la mole, giró hacia el muro escoltado por Ferré y Gallego. Dio varios pasos hacia la pared y bajó el pedrusco lentamente hasta colocarlo justo sobre el gran relleno de mortero.

Una vez colocado lo nivelaron hasta que los maestros albañiles dieron el visto bueno. Entonces por un hueco del muro metimos por enésima vez una botella con nuestros nombres. Después lo cerraron con kilos y kilos de mortero.

Con el paso de las semanas el muro oeste superó el nivel donde estaba colocada la piedra. La gran roca lisa y cálida no parece ser tan grande, ni tan gorda ni tan pesada.

La gran roca de Saila



El enjambre de abejas de Crabils en Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Tengo que decir que hubo una época muy plácida que psicológicamente me dio muchas satisfacciones, trabajar en Crabils.

Pepe se propuso hacer cambios en el entorno de aquellas antiguas bordas. Necesitaba elevar en un piso el entorno del gallinero para tener un almacén. O arreglar la pared de un antiguo muro que se convertía en un río de agua toda vez que llovía.

Pues allá trabajamos Pepe, el Gallego y yo en aquella obra. Lo primero fue reparar aquel muro y lo que hicimos fue echar abajo el viejo. 

El Gallego subió la "Maquineta" con todos sus recambios y yo le seguí con el jumper. Una vez arriba, con la piqueta empezó a desmoronar el muro. Yo estaba a pie del muro para apartar piedras que estorbaban a la piqueta.

Cuando empezó a demoler fuí atacado por un numeroso grupo de abejas que salían del muro. Salí por patas porque me habían picado dos y me persiguieron un buen trecho. 

No entendí porqué al Gallego no le picaban si estaba siendo el agresor. Me dolía mogollón la cara y la sabía desfigurada. 

Pepe me mandó ponerme para ayudar a despejar de piedras el muro diciendo que ya no había. 

Me volví a poner y de nuevo fuí atacado. Salí pitando de allí, me había picado otra abeja y al agresor ni lo rozaron. 

Me fuí al lado de Pepe encima del terraplén y el Gallego se las arregló solo con la maquineta. 

Pepe me dijo que estaba muy guapo y yo imaginé que había visto la película "El hombre elefante."

Según decía, las abejas se metían en los agujeros del muro para estar fresquitas. Imaginé poner un letrero "Desahucio inminente". Las desahuciamos sin avisar.

Después me contó que su hijo, el famoso McRae, tenía por encima del terreno panales de abejas. La miel se había convertido en un negocio lustroso en Chistau no hacía mucho tiempo. Llegó un señor proponiendo y proporcionando panales y algunos habían accedido al negocio.

Todavía me acuerdo cuando aparecieron los guardias franceses del parque Midi Pirynées por enésima vez. Pyros, el oso más hermoso del Pirineo, en teoría atacó los panales en el collado de La Cruz. Solo encontraron una huella de oso. Qué raro!. 



El enjambre de abejas en Crabils

Las perfomances secretas que experimenté en el Valle de Chistau

 Os quiero hablar de mis secretos de perfomance física de carrera que logré experimentar en Chistau. Algunos sabéis que para entrenar tenía ...