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domingo, 30 de octubre de 2022

El pantalón vaquero mejor que la malla rosa, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Llevaba más de tres meses en Chistau como invitado. No recuerdo qué se iba a celebrar pero me habían pedido que me comprase un pantalón.

En Málaga me sobraban pantalones pero no quise coger ninguno. En la mochila metí todo para un gran viaje, sin pantalón. Me compraría alguno en cualquier parte. Llevaba pantalones de atletismo y mallas para correr. 

Estuve en un medio maratón en una localidad cordobesa con Fikry, un atleta marroquí de Nerja amigo mío.

Dormimos en una fonda barata que él conocía y al día siguiente corrimos con desigual resultado.

Fikry no era un súper élite, se situaba bien en las competiciones, nunca ganó. Durante nuestra amistad me enseñó algunas técnicas para entrenar. Nada de lo que yo quería saber.

Cuando terminó el evento se volvió para Nerja y yo para cualquier parte. Así era yo. Me iba por ahí sin saber dónde y pasaban años sin volver por casa.

Fue cuando aparecí en Chistau con mi mochila, mi tienda de campaña, mis mallas y mis sudaderas de entrenar.

Tres meses después enfilaba final de junio y no veía la hora de irme. "No te vayas que ahora celebramos...y lo pasamos muy bien." Pues pasó el tiempo y seguía en Chistau en la acampada de la serrería.

Qué se iba a celebrar? No lo sé. Algún evento en la iglesia y después fuera. Y me dijeron que me comprase un pantalón para estar decente. 

Así que creo que Manolo el cartero me llevó a Aínsa, aparcó en la avenida Ordesa en la puerta de una tienda de pantalones y se fue. Creo que la tienda también se llamaba Cheliz. 

Lo cierto es que vivir aquellos meses en Plan me había relajado tanto que mi cerebro estaba adormecido. Me sentía flotar en aquel ambiente que disfrutaba. 

En la tienda me sacaron el enésimo pantalón. No me di cuenta que estaba siendo un martirio para el dependiente. Me comportaba como un tarao, y me sorprendí a mí mismo no poder evitarlo.

Creo que se debía a la influencia de aquel espejo del probador. La imagen que proyectaba de mí era un engaño. Yo estaba muy delgado y cualquier pantalón que me ofreció el dependiente me quedaba perfecto.

En el espejo veía otra persona que se veía horrible con aquellos buenísimos pantalones. Transigí con una paranoia de efectos Ley de Murphy de muchos quilates.

La ley de Murphy se basa en un principio empírico para explicar hechos en cualquier ambiente. "Si algo puede pasar, pasará (bueno o malo)."

Este planteamiento pesimista puede aplicarse a todo tipo de situaciones, una suerte de Ley empírica sobre la resignación ante el devenir de los acontecimientos. Me estaba pasando a mí.

Leo que: "La Ley de Murphy no se trata realmente de una ley científica, ni de un teorema comprobable. Sin embargo, inspirada en el concepto científico de la entropía, el grado de desorden al que tienden inevitablemente todos los sistemas, dada la suficiente cantidad de tiempo."

Joerrrrrr!. Todo el verano en bolas en las calas de Nerja. A todas partes con malla rosa que no compra nadie. Tener un montón de pantalones en casa y no coger ninguno. Y ahora todo pantalón que me ponía delante de este espejo proyectaba una imagen mía negativa. Solo estaba guapo con mi ropa deportiva. 

Entonces el dependiente de la tienda me dio un pantalón azul y el espejo proyectó una imagen positiva. No me lo podía creer!. 

Pagué y salí de la tienda con pesar y me fui paseando por la avenida Pirenaica cerca de la gasolinera cuando pasaba con el coche Lorenzo de Mur. Me preguntó si iba para arriba y le dije que sí.

Íbamos camino de Labuerda cuando le enseñé el pantalón que me había comprado para el evento y enseguida se echó al borde de la carretera parando el coche.

"Bernabé, este es un pantalón azul para trabajar en la obra."

Yo con la panacea mental que tenía no daba crédito a lo que decía. Lorenzo dio la vuelta y nos dirigimos a la tienda en la avenida Ordesa. Habló con el tendero y hizo que me cambiase el pantalón.

Otra vez el espejo devolviendo mi imagen negativa. Sabiendo lo que me ocurría, Lorenzo me hizo comprar un pantalón vaquero y yo ni me miré en el espejo. 

El pantalón me quedaba un poco grande. Lorenzo me dijo "Si engordas un poco te quedará bien y si adelgazas pues una buena correa."

Y nos fuimos rápido de la tienda antes de que me entrase paranoia murphiana. Mis disculpas al tendero por lo que me estaba pasando. 

Creo que al espejo del probador le gustaban mis mallas rosas, me devolvía una imagen horrenda con pantalón.

 

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