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sábado, 22 de octubre de 2022

Las borracheras en Chistau no eran buenas, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Una historia que provocó mi aislamiento en Chistau fue que dejé de ir a fiestas. Me limité a merodear el bar del hotel, la casa Ruché y bajaba poco a las piscinas en verano. Se lo conté a algunos pero no parecieron entender nunca.

Solía ir a fiestas chistabinas, estas que tienen su curso anual de pueblo en pueblo más o menos con los mismos grupos musicales que yo llamo chatarreros que proveía una empresa catalana.

Nunca he tenido automóvil propio y dependía de uno y de otros al punto de que cuando el cansancio hacía mella me veía en la situación de pedirle las llaves para dormir en el coche, algo preocupante porque hacía mucho frío por la noche.

La causa era que yo trabajaba y entrenaba a diario. Oiga, que estoy hablando de entrenar treinta kilómetros corriendo a pie después de un día de trabajo!.

Después en las fiestas el cuerpo me pedía descanso y lo que ocurría te lo cuento enseguida.

Fuimos a la fiesta de Salinas, en la parte trasera del mesón. Al principio había chicas pero un montón enorme de chicos. Conforme pasó la velada quedaron dos francesas y cincuenta chicos y entonces me fuí a dormir al coche.

A la mañana siguiente fuí con Miguelo a entregar unos toneles de vino al Mesón de Salinas. El dueño, el bueno de Pepe Bielsa, después de un almuerzo de media mañana habló conmigo y dijo:
"Bernabé, mira!. Anoche me pediste cervezas y te puse unas cuantas. 

Después me pediste Cointreau. En Chistau nadie bebe Cointreau y te bebiste toda la botella. 

También me pediste Pipermint. En Chistau nadie bebe Pipermint y tú te bebiste esta botella entera y media de esta. Y también te bebiste unos cuantos pacharán."

La cosa como entenderán empezó a preocuparme seriamente. Es cierto lo que me decía el bueno de Pepe Bielsa aquella mañana en el Mesón de Salinas. Yo estaba muy preocupado por el descontrol y dejé de ir a fiestas chatarreras que no me hacían ningún bien.

Esto tiene una explicación fisiológica. Un atleta bien entrenado  que corre montaña arriba sin sentir cansancio, tiene un corazón fuerte. Mi ritmo cardíaco podía bombear 40 litros de sangre por segundo aproximadamente.

Cuando bebía no me sentía borracho. Bebía las copas como si fuese un manjar. El aburrimiento y el ruido me influía a beber. Con hiperacúsia severa me hacía gritar más fuerte y beber más para no tener la boca seca.

Así que el amigo de Mesón de Salinas fue muy bueno conmigo y me hizo tomar una decisión contundente: dejé de ir a fiestas.

Las borracheras en Chistau no eran buenas

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