Dicen que los ibones los crearon las moras y la magia de las brujas de Chistau.
Las imaginé por las noches volando en sus escobas para reunirse con las hadas en algunos de los ibones, en la Basa, Urdiceto, Millares o Barbarisa, según la orientación de la Luna en el cielo nocturno y que su halo de luz se reflejase en el agua iluminando los encantamientos.
Que Chistau es tierra de brujas no me cabe duda porque en el valle la creencia en la magia negra o blanca está muy arraigada desde los tiempos de la princesa Pyrene.
El fulgor de las hogueras y las antorchas en la noche de La Falleta de San Juan, los trucos de la noche de San Antón, los encantamientos de la Basa de la Mora, el frío embrujo del ibón Barbarisa, los aquelarres en el ibón Los Millares, la distante oscuridad de Urdiceto, lo imponen las brujas del valle en connivencia con las hadas y las moras como signos protectores en cada casa.
Ramitos de abeto, acebo o boj bendecido en domingo de Ramos en las puertas de los hogares, los corrales y las bordas. Amuletos en las chimeneas y en las campanas de las cocinas hechos de madera para proteger de las malas brujas y los malos espíritus.
Cualquier alimento de una mala bruja te puede envenenar con su encantamiento. Pero, y si es una bruja buena?. Y si es un hada protectora?.
Si es una mora que danza al son de tu corazón, verás danzar las aguas de los ibones y te habrán bañado en alguno de ellos.
Incluso bañándote en el río Cinqueta en verano o rodeado de nieve en invierno, tu espíritu sentirá protección mientras danza la Luna hermosa y serena sobre las aguas gritonas.
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