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domingo, 20 de noviembre de 2022

La borda de mi amigo Baila en el barranco Foricón, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Como estamos con el proyecto de formas de adelgazar, os cuento otra manera muy efectiva que tiene mucho parecido con correr una carrera de cien kilómetros.  

Además el cuerpo te lo agradezce si estás acostumbrado al trabajo duro, dormirás de una pieza.

Si eres un lila te dolerá todo el cuerpo y verás todas las constelaciones llenas de estrellas.

Una mañana vino Baila a hablar conmigo delante de la Dona, necesitaba limpiar la borda que tiene más abajo del puente de la Capilleta.

Como no tenía trabajo en ese momento acepté, me dio el pico, los azadones y la pala con el carro y fuimos a la borda. 

Era pequeña y me tenía que agachar para no tocar el techo puesto que Baila es más bajito que yo.

"Todo esto que está en el suelo tienes que sacarlo fuera haciendo un montón." Señaló el sitio exacto donde tenía que hacer el montón.

Me extrañaba que el suelo estuviera tan liso. Parecía suelo propio de la borda pero no lo era.

Cuando se fue hice un boquete por el lado de la salida y empecé a cargar estiércol de ovejas y cabras en el carro acarreando al sitio señalado.

Aquello no es lo que pensaba ni iba a tardar tres horas. Continué haciendo el agujero en ese mismo sitio junto a la entrada porque desde dentro no podía trabajar con libertad por mi altura.

Cuando vi el suelo en la oscuridad del hoyo tenía una profundidad entre cuarenta a cincuenta centímetros y ya había cargado un montón de carros de estiércol. El montón ya era grandecito con tan poca cosa.

A las dos de la tarde me fui a comer y no había sacado más que un cuarto. El pico hace horas que no lo necesitaba y la herramienta para socavar la montaña prensada era el azadón, rebañando el estiércol dentro del agujero ya bastante grande, me llegaba por las rodillas con los pies sobre las baldosas del suelo. 

Al regreso continué mi tarea. Lo que comí desapareció de mi barriga en menos de una hora. Llegué a pensar que no había ido a comer porque en plena faena de adelgazamiento se me caía el pantalón al punto que cuando me lo subía quedaba por debajo de mi pantalón de atletismo.

Sinceramente vi muy efectivo el ejercicio de adelgazamiento y busqué una cuerda para atarme los pantalones porque era un verdadero fastidio ver que a las cuatro de la tarde me faltaba aún más de un tercio de estiércol por arrancar para echar sobre la montaña acumulada fuera.

Una buena táctica para ahorrar tiempo en el sistema "Limpiar Borda de Baila" fue arrancar el estiércol más rápido dándole más velocidad, realizando un intervalo de esfuerzo kilométrico antes del intervalo de recuperación evidente, cargar con la pala el carro y llevarlo a descargar en el montón exterior.

Cuando acabé vi aquella choza totalmente limpia con más de dos metros de altura. Solo faltaba poner una cama y quedarme a vivir allí. Se estaba de lujo.

En vez de terminar a las ocho de la noche terminé a las siete de la tarde. Salí perdiendo peso y gané tiempo para ir a tomarme unas cervezas fresquitas sentado en la terraza del bar sin poder verme la barriga ni encontrarla.

Sistemas de adelgazamiento Baila. 
Baila Sistems © Copyright Patentado.

Cómo adelgazar corriendo por el Valle de Chistau. Teoría y práctica. Pirineos de Huesca

El día que me quedé más delgado que nunca fue tras correr los 101 kms de la Legión en Ronda que según los tramposos Oficiales que comandan la carrera hice en diez horas y quince minutos, y según mi menda en nueve horas y media más el primer puesto.

Aquel año en España, tras una sequía atroz que duró cuatro años, justo una semana antes de celebrarse la carrera legionaria se puso a diluviar y la larga sequía española murió ahogada.

Esta carrera legionaria no tiene nada que ver con las carreras en Chistau pero la mejor forma de adelgazar es metiéndose a pastor de ganado vacuno, rebajará mogollón los centímetros de tela de los pantalones y las camisas, lo que es muy bueno para el medio ambiente chistabino.

Para hacer una buena carrera por intervalos no hay nada mejor que tener hambrientas a las vacas después de tenerlas en un terreno que apenas haya hierba para alimentar. 

Un día las llevas despacito a otro campo como el de Miguelo en Plandescún, y las pobrecitas te hacen correr de lo lindo para que adelgaces persiguiéndolas con esfuerzo y sudor.

Una o dos vacas siempre se saldrán de la manada volando, metiéndose en campos verdes ajenos y cuando lo hagan os veré como a Miguelo persiguiéndolas a la carrera para volverlas al grupo.

Saltando cercas detrás de las vacas se pierden un montón de kilos conforme se van sumando kilómetros. No es de extrañar que cuando la tarea se termina, aparezcas sediento en el bar de Ruché o del hotel Mediodía y los feligreses te miren raro por las carreras que te acabas de meter.

Por eso inventé el trabajo de "pastor conductor de vacas" que consiste en conocer los campos donde sabes que las vacas van a salir pitando. Hambrientas pondrán pies en polvorosa para comer el preciado manjar verde color lechuga sin aceite de oliva, sal o pimienta.

Para ejercer hay que tener capacidad de que las vacas circulen por el carril derecho. Hay que ir trotando para impedir que las vacas vayan andando a ritmo simplón. Así se las tiene entretenidas con la marcha impidiendo que puedan prestar atención a los campos verdes ajenos y te hagan saltar las veredas persiguiéndolas.

Cuando se pase por un campo muy verde hay que arrearlas para que corran, que no huelan la hierba fresca ni se vuelvan locas para meterse en un campo tan sabroso como el de José del Royo, que está justo debajo de la presa en la recta antes del puente de Plandescún.

Por el túnel hay que ir despacito porque las vacas no tienen luces delanteras ni traseras. Si ves que una vaca se para mirando el limbo, hay que arrear porque está a punto de decirles a las otras "Hierba a la vista!".

Procurar no perder el control llamándola "Malnacida", es mejor hacer un maullido de gato mosqueado para que la vaca te miré sorprendida y te tenga miedo.

Una vez las vacas están ya en el campo propio más tranquilas que en un santuario vacío, toca volverse tranquilamente al pueblo.

Se aconseja caminar sin sobresaltos, respirando consciente en la consciencia que da el trabajo bien hecho. 

Bueno es saber que el yoga comparado con "pastor conductor de vacas" es una verdadera estafa.

Para más información pregunten en el bar de las Piscinas de Plan o en El Regancho de San Juan invitando a unas rondas a los feligreses. 

Adelgazamiento garantizado hasta quedar en el chasis.



sábado, 19 de noviembre de 2022

Cuento del gorro de lana verde de mi amigo el alcalde de Gistaín, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Miren, les voy a contar una historia un poco confusa pero creo que como buenos investigadores descubrirán dónde fue a parar el objeto del deseo.

En los ochenta compré en una tienda de instrumentos de Nerja una flauta de estas fabricadas de plástico. No recuerdo cuántas pesetas me costó pero sonaba divino. La flauta emitía sonidos graves desgarradores que me llenan profundamente de tranquilidad.

La tuve conmigo largos años en grandes viajes hasta que estuve en el Valle de Benasque durante varias semanas. 
La hacía sonar estando a solas sobre una peña donde dormía en la senda a Cerler.

Un día se me ocurrió subir a Cerler y estuve un par de días. Dormía en un llano a un par de kilómetros del pueblo yendo por la pista de la estación de esquí y cada día recogía mi equipaje para irme al bar a tomar café y pasar la jornada por allí.
 
El día que me volvía para Benasque, en el bar, alguien se agenció mi flauta y aunque la busqué donde dormí y por el camino no la volví a ver más. 

Entendí que se había convertido en objeto de deseo de alguna persona que estaba allí.

Recuerdan el licor anisado de la marca Bendor?. Antiguamente traía unas campanillas muy graciosas que coleccioné en mis viajes. Las llevaba colgando de mi mochila y sonaban con un sonido precioso cuando caminaba.
 
Hasta que fue objeto de deseo de alguien en un pueblo llamado Casas Bajas, en el Rincón de Ademuz, Valencia, donde estuve a punto de tener un lío a puñetazos con dos gilipollas que cortejaban a dos camareras con las que no iban a pillar. No sé quién se llevó mis campanillas.

En Nerja, en la misma tienda de instrumentos, me volví a comprar otra flauta que sonaba aún más potente y más grave. Su sonido era una maravilla. Fue objeto de deseo de alguien en un largo viaje por la Bretaña francesa y no la volví a ver más.

En Torremolinos, un día que llovía, junto al bar Comodoro donde desayunaba por las mañanas, compré un paraguas automático plegable cuya sensación en las manos era tan agradable que acariciaba contantemente su empuñadura. 

Otro día fui a reservar un coche de alquiler, llovía y lo llevé conmigo. Terminé de hacer la reserva y los del rentacar, unos amigos, me preguntaron dónde iba: "Voy al final de la avenida Héroe de Sostoa a ver a mi hermano." "Espera y te llevamos, vamos de camino" - dijeron.

Por dos veces intentaron quedarse mi paraguas cuando salí del coche. Al final me lo devolvieron y subí a casa de mi hermano. 

En casa de mi hermano el paraguas se convirtió en objeto de su deseo. Me lo quitó de las manos y lo echó detrás del sillón grande y cuando me fui se me olvidó. 

Regresé de la calle y subí a coger el paraguas pero mi hermano insistía que no había entrado en casa con ningún paraguas. Si llevé alguno quizás lo dejé en la escalera y se lo habrán llevado. No volví a ver más el paraguas.

Una de las veces que viajé a Torremolinos a ver a mis padres, en la misma tienda junto al bar Comodoro compré un gorro de lana verde color militar de tacto suave e increíblemente cálido. 

Pensé que me venía muy bien en los descansos de mis carreras al collado de Sahún, a la ermita de la Virgen de la Plana o al refugio de Biadós. Lo compré por quinientas pesetas y me lo traje para Chistau.

A veces desayunaba en el bar el alcalde de Chistén. Una mañana de esas fui a tomarme unos cafés antes de subir a la ermita de la Plana, el alcalde vio mi gorro y lo cogió.

Lo toco, le gustó, era suave, esponjoso, muy agradable al tacto y se convirtió en objeto de su deseo. Quería que se lo vendiera y le contesté que me hacía falta para ponérmelo durante la media hora en los tiempos de recuperación para impedir la pérdida de calor por la cabeza.

Me lo devolvió y me lo metí a medias en la cintura por detrás. Tras llegar al puente de las piscinas comencé a subir y ya no paré hasta la ermita. Cuando quise ponerme el gorro no lo tenía en mi cintura por ninguna parte.  

Con malla, una camiseta y una sudadera, a ver dónde se iba a esconder el gorro?.

No lo encontré a lo largo y ancho de los catorce kilómetros de regreso, cosa rara que un gorro se pueda perder por una pista por la que no pasa nadie.

Semanas después el alcalde de Chistén apareció con un gorro como el mío, ya no usaba gorros con orejeras ruso. Mi gorro su objeto de deseo. Llevo veinte años esperando que me lo devuelva.


La dona Josefina, la paella y el Baila, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Un día la dona Josefina me dijo que si quería la habitación pequeña de su casa me cobraría 500 pesetas al mes.

Pero yo, obstinado, se lo agradecí y me conformaba con poder tener la tienda de campaña en el campo detrás de la iglesia.

Miguelo dijo que podía acampar allí y que no llevaría vacas. Pero no tardó mucho que llevó un puñado de vacas que tenía en el campo tras el polideportivo en la pista a Plandescún.

Los primeros días no pasó nada pero una mañana fui a echarme un rato y me habían destrozado el doble techo a pesar de la alambrada electrificada. Me vi obligado a aceptar la habitación pequeña que la Dona me ofreció.

Josefina me trataba muy bien y a veces me invitaba a comer cuando había visitas y quería tenerme en la mesa. Los demás días comía en el restaurante o me hacía yo mismo algún tipo de comida fría en la habitación porque acercarme a la cocina de la Dona era casi imposible.

La cocina, pequeña, por lo general, la tenía ocupada cocinando sus cosas y yo pasaba por allí para saludar los buenos días. No había día que no tuviera visitas con una charla entretenida al calor de la estancia quemando leña la cocina de hierro.

A veces le decía que la invitaba a comer, pero ella no quería dejarme cocinar. Al menos me dejaba ir al supermercado Fantova a comprar pollo y lo que ella me pidiera para cocinar ella.

En verano algunas veces le quise invitar a una paella de las que yo hacía en los viejos tiempos cuando trabajaba en cocina. Fue entonces que conocí que también le gustaba liarla un poco y parece que se divertía muchísimo con ello.

Dijo que hiciese la paella en el brasero del patio "pero si Baila viene a husmear no lo invites." Me quedé mirándola extrañado pero le dije sí con la cabeza.

Me quedé sorprendido porque Baila y ella estaban muy apegados y no entendía la indirecta. 

Llegué a pensar que no tiene porqué aparecer Baila, estaría trabajando o haciendo sus quehaceres con el ganado en algún sitio fuera del pueblo.

Limpié el brasero y encendí los trozos de madera hasta que se asentó la brasa. Cuando eché el aceite y cocinaba el sofrito apareció Baila y me quedé de piedra. No me lo podía creer.

No supe qué decir. Me quedé callado obedeciendo a la Dona. Apostada en el arco de la puerta a la espalda de Baila, con una sonrisa angelical, señalaba con el dedo en la boca que guardara silencio y Baila erre que erre presionándome.

Cuando estábamos comiendo sentados en la mesa, Baila entraba y salía del comedor una y otra vez mirando la paella. 

Me ponía tenso con los nervios en la garganta porque yo lo quería invitar pero Dona me miraba con esos ojillos suyos y no abría la boca, obedecía.

Baila se iba y a los pocos minutos aparecía otra vez y así todo el rato. La Dona lo invitó a vinito, le servió un vasito como siempre hace con los invitados. Y al final le sirvió un platito de arroz.

Nunca entendí bien la situación. Creo que Dona nos puso a prueba a los dos.
Yo no decía nada. Ella era la dueña y la había invitado a paella. 

Muy rara vez intenté hacer otra paella en el brasero del patio. Me ocurrió cosas parecidas y deserté.

Con lo bien que cocinaba con madera en las playas, nunca me volvió a salir. Ni remotamente bien a cuando trabajaba en cocina veinticinco años atrás. 


jueves, 17 de noviembre de 2022

El duende albañil de la calle de la panadería, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Quizás haya visto otros casos parecidos, pero la mentalidad que requiere una persona como Luís del Sol para ponerse a ejecutar medidas en un terreno de su propiedad y construirse una vivienda en solitario, se le llama tener una paciencia infinita.

También hay que tener dinero para comprar materiales además de una interesante capacidad para dibujar sobre el terreno el diseño delineado con fallos mínimos.

Su construcción requiere que el capital invertido obtenga dividendos porque ya sabemos que cuando se monta un negocio al principio todo son pagos y pérdidas. Requiere tiempo y dedicación obtener el fruto del trabajo realizado.

El día que vi a Luís del Sol tomar medidas en el terreno de su propiedad en la calle de la panadería le pregunté qué dibujaba en el suelo. 

Pronto empezó a construir el muro exterior de la obra para evitar la entrada de personas que pudiesen caer en los agujeros que posteriormente mandó hacer con una excavadora. Eran la base de la estructura, las columnas antisísmicas del edificio.

A veces también aparecía su hermana llevándole el almuerzo a media mañana. Carmen era una persona muy curiosa. Me contaron habladurías y leyendas de ella pero nunca hice mucho caso. Me importaba dos habas lo que dijesen fuese cierto o no. Me la encontré pocas veces en la puerta de su casa o por la calle pero siempre me cayó muy simpática y agradable. 

Cuando coincidimos, hablamos un buen rato, aunque su fabla a veces me era harto difícil de entender. 

Con la fabla chistabina tuve los mismos problemas que con cualquier persona hablando el pedante castellano.

Padezco una minusvalía auditiva de nacimiento que por entonces era del treinta y siete por ciento, reconocida desde mi niñez.

Hoy es del cuarenta y seis por ciento y no me quedan muchas ganas de volver a entrar en una cabina de audiometría. La última vez que fuí, el energúmeno que manejaba los mandos del artilugio me hizo sufrir muchísimo con los contrachoques eléctricos. Me quitó las ganas de volver.

Cada mañana paraba a hablar con Luís del Sol mientras trabajaba, piedra a piedra elevando un metro el muro exterior, con maestría perfectamente demostrada. Ya me había instruido en los años de construcción de la ermita Virgen de la Plana observando a los maestros albañiles, Cozme, Ferrer y el Gallego, estudiar las piedras para colocar la cara buena hacia el exterior.

En los días más crudos del invierno el hombre no trabajaba. En los días más cálidos cercanos a la primavera continuaba por donde lo había dejado.

Tranquilo, sin prisas, planificando sus movimientos, la estructura cogió forma. Piedra tras piedra, ladrillo tras ladrillo las paredes exteriores e interiores de la casa se alzaron hasta un metro de altura.

 La pared de piedra exterior y la de ladrillos interior separadas por un espacio de entre veinte y treinta centímetros para rellenar la pared de ladrillo interna con espuma de poliuretano, material aislante que se solidifica al contacto.

No hubo día que tras unos cafés, me dirigiera a la panadería o para casa y no estuviese Luís del Sol trabajando. Como dijo Ángel Ballarín, sí, el sastre de Barcelona que me metió una paliza jugando al tenis en el pabellón de las piscinas, el mismo que viste y se viste: "A lo tonto a lo tonto se está construyendo una casa."

Había visto la evolución de la obra desde el primer día cuando llegó el camión descargando la grava en los encofrados del suelo y mortero en los encofrados de las columnas,  lo que sería la estructura del edificio. 

En los tejados Luís del Sol metió otras personas más profesionales. Tener un buen tejado equilibrado y estructurado es fundamental para que un edificio resista toda la vida. Colocar las tejas de pizarra ordenadas para obtener un aislamiento y protección garantizados contra la dureza del clima en Chistau.

O si no que se lo pregunten a algunos que se compraron un coche nuevo la víspera en pleno agosto, que se desató una tormenta de granizo que los abolló por completo. Sin un buen tejado no tienes casa. ¡Menudo el Luís del Sol!.






lunes, 14 de noviembre de 2022

El alma libre de un corredor popular, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Iñaki era un corredor popular que  cada fin de semana corría las carreras que se celebran en el entorno de su comunidad.

Cada tarde salía con sus compañeros a correr sus sagrados noventa minutos a rajatabla antes de entrar en el gimnasio a realizar una sesión de pesas o correr una sesión de series en la pista de atletismo.

No era cuestión de ganar nada, solo era un corredor popular, un aficionado que se jugaba la "honrilla" con sus amigos y a veces algunas cervezas. Las media maratones existen para correrlas, pura devoción que le llenaba por completo. 

A veces iba con su mujer y sus hijos. Otras con su grupo de colegas compartiendo los gastos de viaje pasando el día en cualquier carrera del circuito que tenían establecido desde hace años.

Un día se sintió mal durante una prueba al punto de desfallecer, con síntomas claros de que algo no iba bien. La ambulancia tuvo que acudir al lugar a la llamada de sus compañeros de carrera donde fue asistido de primeros auxilios siendo trasladado a un hospital donde permaneció en observación unos cuantos días hasta que le iban a dar el alta.

El médico por entonces ya tenía los resultados de las pruebas que le hicieron y fue claro y contundente: 

- En base a los resultados de las pruebas que le hemos realizado, usted no está en condiciones de volver a correr. Como médico le aconsejo que no vuelva a correr nunca más. Usted padece un problema cardíaco de suma gravedad y cualquier día que vuelva a correr, perderá la vida quedándose en el sitio.

Iñaki quedó traumatizado. Lo recogió en el hospital su mujer con algunos colegas que la habían llevado en el coche. Tenía muy mala cara y contestaba a las preguntas sin hablar, moviendo la cabeza.

La señora recibió los papeles del alta crispada escuchando con atención los avisos del doctor con la información reservada sobre su marido.

Una tarde yo había terminado de entrenar, me había duchado y paseando por la ciudad deportiva vi a Iñaki y a Ángel, su amigo personal, sentados en las escalinatas de la salida.

Me acerqué saludando y el hombre se mostró tremendamente abatido cuando le pregunté si había entrenado. Ángel lo miró con pesar. Me contaron lo que pasaba y no tuve palabras para expresarle.

Pocos días después lo volví a ver en las escalinatas equipado de atletismo. Había intentado correr y el corazón le había dado un aviso. Se encontraba bien pero decía que cualquier día cogería el coche y se iría a los montes a correr.

- O mejor!. Conozco un valle precioso donde iré a correr y que la nieve me cubra si me quedo en el sitio - decía.

No me atreví a contradecir lo mucho que él deseaba seguir siendo un atleta, aquellas palabras eran una premonición profunda de su eterno agradecimiento a la vida y al amor que sentía por este deporte.

Pocas semanas después me encontré con Ángel, su colega y compañero, me comunicó su fallecimiento, aunque ya me lo habían comunicado otros. 

Me contó que Iñaki cogió el coche y se fue al Valle de Chistau. Aparcó en el parking a la puerta del hotel. Se vistió con su equipación de atletismo, calentó un poco y se puso a correr.

Cruzó el puente de San Juan sobre el Cinqueta y comenzó a nevar. Ascendiendo pasó por la ermita de San Mamés y la saludó con "Adiós".

La nieve caía fuerte cuando llegó a los llanos del barranco La Pacina y siguió corriendo sobre el suave manto nevado bajo sus pies.

Pasando al lado de una borda se sintió muy cansado. Se acercó andando a un bosque cercano, no podía más, sentía frío. Se apoyo en un árbol y se sentó viendo como el valle desaparecía bajo una gran tormenta de nieve.

Lo encontraron varios días después en aquel lugar donde corriendo se le fue la vida.





sábado, 12 de noviembre de 2022

Lo que pasó en la pista de Serveto a Gistaín, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Supongo que conocen Feneplán, la pista que, dejando atrás Señes, entra por la derecha para cruzar el arrollo del barranco del Mont en dirección a Gistaín.

Feneplán serpentea ascendiendo a media altura hasta el barranco Foricón que desciende por encima de Gistaín para desembocar en la pista que baja de La Poma y el Mirador de Puyadase.

El recorrido lo iniciaba en el puente de la Capilleta controlando con mi pulsómetro el cronómetro y la frecuencia de mi ritmo cardíaco. Bajaba por la carretera y subía para Crabils hasta la borda donde se inicia el PR que va a Serveto.

Quien ha ido por ese camino conoce bien el impresionante y mágico paisaje que se disfruta que a mí me dejaba alucinado. 

Pasaba por Serveto y enfilaba la larga calle de salida a la pista principal para girar hacia arriba, bordear Señes y al poco meterme a la derecha por la pista del barranco del Mont, atravesar el arrollo que a veces tenía dificultad según su caudal de agua o la acumulación de nieve o hielo. 

Yendo por Feneplán un día se me ocurrió un ejercicio de mi invención. Por entonces ya todo era resultado de la experiencia en la experimentación y tras probar lo que se me había ocurrido obtuve resultados estratosféricos en cuanto a la perfomance de la capacidad física.

En una semana llegué a hacer el mismo recorrido cinco veces e incluso desarrollé una lesión por sobrecarga en el tendón de Aquiles de la pierna derecha porque este tipo de ejercicios es mejor realizarlos una o dos veces al mes. 

El ejercicio trataba de realizar un intervalo de esfuerzo durante un tiempo determinado recorriendo la mayor distancia posible. 

Tras el esfuerzo se realiza un intervalo de recuperación, también de tiempo determinado, antes de volver a repetir otro intervalo de esfuerzo. 

La fórmula de la ecuación realizada, como pueden entender, es secreta y personal.

Los datos mostraban que ascendiendo hacia la zona del barranco Foricón donde la cueva Dels Crabóns Royos, corría los quinientos metros en menos de un minuto. 

Lo raro es que corriendo en descenso hacia Gistaín, por la pista que baja de Puyadase y después por la carretera hasta el aserradero de Plan, la velocidad no aumentaba, corría un segundo más o menos a la misma velocidad lo mismo para arriba que para abajo.

Otro dato es que el récord del mundo del kilómetro estaba (02:12") dos minutos doce segundos. 

Si suman dos de mis quinientos metros el resultado por kilómetro es de (01:56), un minuto y cincuenta y seis segundos, por ejemplo, segundo arriba segundo abajo, ejemplo de velocidad de crucero a 32 kms/h durante catorce kilómetros.

Otro dato es que el inicio lo tenía en el puente de la Capilleta, subía a Serveto, Señes por Crabils, ascendiendo a Dels Crabóns en las inmediaciones de Gistaín para bajar por la carretera a San Juan y Plan en un largo recorrido.

A este ejercicio le puse el nombre de mi ídolo, Zatopek. Pero con el tiempo lo he  llamado Línea Roja porque ahora tiene otras variables. Esto es lo que descubrí. 

Si me preguntan para qué sirve la perfomance?. En el Huesca y el Zaragoza andan renqueando en segunda división con preparadores físicos salidos de la universidad que cobran un dineral y no saben diseñar un ejercicio de alto nivel Anaeróbico en un campo de fútbol. 


miércoles, 9 de noviembre de 2022

La carrera pedestre al Puerto de la Madera y La Poma en Pirineos Valle de Chistau

Si hay una carrera donde me hicieron rabiar mucho provocando mi estrés fue la que subió hasta el Puerto de Plan y de la Madera.

Que no querían que metiera mis hocicos en el evento porque pensaban que me daría ventaja. Craso error, quien se machaca soy yo, mi cuerpo y mi mente, y llegado el día de la carrera no estaba en forma, me obligaron a correrla.

Fue muy duro porque cuando llegué al Puerto de la Madera me quedé parado mucho tiempo, mi cuerpo quería dormir al calor maravilloso que hacía en aquel lugar que me provocaba sueño.

Incluso tenía michelines pero lo peor fue la relación con la directora de la carrera, contratada a una empresa de Zaragoza que se vendían como expertos en eventos de diversa índole.

Hablaba con ella y todo eran excusas, palabras vacías, desde mi punto de vista ignorancia, siendo la máxima ejecutiva de la empresa, un despropósito!.

Es como tratar con técnicos de fútbol que cobran un dineral estratosférico y hablarle sobre entrenamiento de alto nivel Anaeróbico o de Línea Roja y no tener ni pajolera idea, y aunque el equipo sea colista en Segunda División cobran igual sin que les importe un pito la situación.

La carrera que seguramente diseñaron Guillermo Sanz y Alberto Bosque, conocedores de la montaña, una preciosidad. Cuando pasé el Puen de Lisier y comencé a subir la zona de Puente de Blanca quedé anonadado con aquel bosque hasta que girando a la derecha apareció la cima pelada donde se veía gente a lo lejos.

Cuando bajé para Tabernés, a través de una senda oculta en una selva de maleza corríamos en fila india cuatro o cinco, yo el último. 

El individuo delante mío bajó su ritmo respecto a los que iban delante que curiosamente desaparecieron entre la maleza por arte de magia. 

El individuo diciendo que por ahí no es que por aquí sí, me llevó por un camino sin salida hasta un prado cerrado.

Nos quedamos parados porque el individuo no paraba de hablar. De repente se volvió hacia donde nos habíamos perdido y curiosamente corrió tan rápido que desapareció en la selva de maleza.

Entonces me  encontré el camino que bajaba a Tabernés y sin estar fino ni muy en forma con estrés, corrí lo que pude y lo doblé junto a algunos más por la ribera del Cinqueta de La Pez. 
Después a lo largo del valle del Cinqueta cogí a otros hasta llegar a Plan en el puesto trece o catorce.

El estrés y la rabia que tenía me duró el resto del día. Estuve insoportable y de un humor de perros. Molesté a todo dios incluido al alcalde que trabajaba en su cocina con el restaurante y el bar lleno hasta los topes.

El único que consiguió calmarme fue Carlos Buisán de Casa Inazio porque mi estrés y decepción me superaba. Creo que opté por irme a casa, ducharme y dormir la mona porque había bebido buenos vasos de vino.

Aún tuve que soportar a esa empresa las temporadas siguientes en la carrera de Chistau, una de ellas yendo por La Poma. 

Guillermo Sanz y los demás habían diseñado una carrera que me pareció horrible. Había que llegar a Salinas y por el lado norte del Cinqueta una senda PR o GR seguramente muy estrecha subía hasta Sin o por encima de Sin y de ahí hasta La Poma. 

A un día de celebrarse el evento se suspendió por el mal tiempo y fue un alivio para mí. Al año siguiente cambiaron el recorrido, subiríamos por Crabils.

Mira por dónde, con la misma empresa de Zaragoza, conociendo bien La Poma no hubo opción de engaño. Pero me echaron montaña abajo por la zona de los huecos y no por la pista. Me hicieron enfadar muchísimo!. Toda vez que mi pierna se clavaba en un hueco me quedaba sentado un buen rato llamando fistro hasta al presidente Mur de las Cortes de Aragón. 

Cuando se me pasaba el ataque de furia me levantaba y seguía corriendo evitando los huecos hasta caer en otro. No me hacía daño porque el musgo de hierba que lo cubría era espesa y amortiguaba los golpes, pero caí al menos seis o siete veces y mi mosqueo pasaba de castaño a oscuro recordando lo de Tabernés. 

A punto de llegar a la pista me volví a colar en otro agujero. Me cagué en todo lo que se mueve y en lo que no!. Estaba rabioso y me levanté del agujero solo cuando vi a un grupo de corredores parados en una curva de la pista un poco más arriba, sin saber por dónde ir.

Entonces me calmé, salí del agujero y cogí la pista corriendo a la velocidad diabólica que había experimentado los últimos meses, volando hacia las piscinas de Plan aproximadamente a 2:25 minutos por kilómetro. 

Dicho de otra forma: Si de Plan a Gistaín hay cinco kilómetros, multiplicas por tres minutos el kilómetro el resultado es quince minutos. 

Si de La Poma a Gistaín hay cuatro kilómetros, desde la zona baja habrá tres kilómetros a Gistaín, que sumando los cinco hasta Plan el resultado es aproximadamente ocho kilómetros que bajé en quince minutos. 
Mi tiempo de carrera fue: 1h23.

Si no hubiera estado tanto tiempo parado echando espumarajos toda vez que me caía en un agujero, el que llegó a la meta primero, que fuí segundo y me sacó cinco minutos, se come las zapatillas que dejó abandonadas en el valle más el postre.

Todavía tuve que aguantar a algunos de Zaragoza decir que me habían privilegiado. Les grité el tiempo que había tardado en bajar y se quedaron mudos. "Es que os pillo por la pista os doy tal pasón que os quedáis sentados" - les dije.

La carrera al Puerto de la Madera y La Poma

La carrera al Puerto de la Madera y La Poma


La carrera al Puerto de la Madera y La Poma

                  (Recorrido aproximado de los agujeros)

domingo, 6 de noviembre de 2022

Los peligros de creerse superior en la montaña, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Era una mañana de sábado apacible tras toda la semana de trabajo. En Ruché estábamos cada uno en una esquina de la barra el Gallego y yo. Leyendo el periódico un vecino de San Juan, no recuerdo bien quién era.

Paró un todoterreno lujoso enorme en la calle y bajaron una mujer rubia y otra morena que iba de copiloto, el piloto ni rubio ni moreno, intermedio.

Estuvieron un rato yendo y viniendo por la acera paseando por delante de la farmacia y el supermercado Mur sondeando el paisaje con un mapa en la mano. 

El habla me pareció familiar y la forma de vestir adinerada también. Salí fuera a echar un vistazo al coche como si estuviese oteando el paisaje y mientras estaban en la esquina de la calle mirando en dirección a la panadería.

Miré la matrícula del todoterreno que si mal no recuerdo era un Mercedes. Vinieron hacia mí y me preguntaron si se podía pasar por la Coll de Sahún. Me contaron que eran de Marbella, venían del lado francés por el túnel de Bielsa y buscaban cortar camino para llegar a Benasque. 

Lo primero que les dije que era un año muy seco, que los barrancos con tanto frío habían formado grandes capas de hielo, que por la información que yo tenía, por el Collado de Sahún no se podía pasar bajo ningún concepto, que había grandes capas de hielo y además la altura, 2.010 metros.

Para confirmarlo, por la ventana abierta de Casa Ruché llamé la atención del Gallego, que pertenecía a Protección Civil, y les confirmó de forma contundente que no era posible el paso por el Collado de Sahún.

Bueno, pues se suben en el coche y se van y yo vuelvo al bar a ver la televisión. A eso de las 12 horas paran en la puerta dos todoterreno de la Guardia Civil de Bielsa y el Gallego y yo nos miramos presintiendo lo que había pasado.

Los guardias entran al bar y se dirigen al Gallego preguntando por el alcalde. Pepe abandona la cocina y hace acto de presencia. Se confirma lo que suponíamos. 

El majarón marbellí ha intentado pasar el collado con su todoterreno, creyendo quizás lo que publicitaban en la tele con todoterrenos escalando pendientes imposibles, envalentonado tal vez por la compañía de las dos pavas que no quiso dar la vuelta de 100 kms yendo por la Fueva, Campo, Castejón de Sos y Benasque.

Pepe confirma al Gallego como Protección Civil y lo manda acompañar a los civiles, bajar al garaje para coger el tractor y el remolque para proveerse de arena del río y en una hora los vi desde el bar subir en dirección del collado.

Yo no fuí porque no era de Protección Civil. A saber la suerte que tuvo el majarón de Marbella para conectar con la Guardia Civil desde la Coll de Sahún cogiendo un hilo de la antena de Benasque. En Chistau tuvimos antena para móviles meses después.

Y lo que me contó el Gallego, el coche enganchado en el hielo ladeado hacia barranco La Simierre. Para llegar arriba fueron echando arena sobre las grandes capas de hielo formados en la pista a la salida de los barrancos, doce kilómetros y medio recorridos en varias horas.

Una vez allí amarraron cuerdas desde puntos distintos para arrancarlo del hielo y impedir que el coche cayera por el barranco La Simierre. La vuelta al pueblo fue tan lenta como la subida y aparecieron bien entrada la tarde que aún había luz.

Imagino lo que sería tener que ir a por un majarón y sus pavas a horas nocturnas.
Los majarones malagueños son de lo peor.


Er majarón de Marbella, una rubia y una morena

Er majarón de Marbella, una rubia y una morena


Un invierno muy frío sin nieve a -20°, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Era un invierno muy seco que el agua que discurría por los barrancos, en cuanto salía a la pista, detenida en algún hoyo se congelaba hasta formar grandes capas de hielo en la subida a la Coll de Sahún.

El frío provocó que el tanque no recibiese agua y el alcalde me envió al barranco que abastecía de agua de consumo los abrevaderos a ver qué ocurría.

Me puse unas zapatillas raras con ventosas que me había traído de casa en un viaje a Málaga para ver a mis padres y fuí corriendo por la pista de Sahún hasta el primer barranco con una gran capa de hielo que se descolgaba atravesando el carril como una lengua que baja por el precipicio montaña abajo.

Para evitar un resbalón imprevisto opté por echarme al suelo pegado a la cuneta de la montaña y me arrastré por encima del hielo sin dar acelerones hasta dejar atrás el hielo, levantarme y seguir corriendo para arriba haciendo lo mismo en los otros barrancos hasta llegar al kilómetro siete aproximadamente.

El cielo completamente raso de un azul profundo luminoso por todos los valles del Pirineo, a contemplar hasta donde podía alcanzar la vista. 

Entré en el barranco donde está la arqueta que provee de agua de consumo para el pueblo y aquel lugar era un Sol andaluz resplandeciente que no tenía fuerza para dar calor.

Subí para arriba aquel barranco sin problemas porque alli no había hielo, solo un hilito de agua casi imperceptible bajaba de la montaña en algún charquito casi estancada.

La caseta de las tuberías del líquido elemento ningún problema. En el lecho del barranco la arqueta que recibe el suministro sin obstrucción ninguna.

Montaña arriba el lecho por el lecho del barranco siguiendo instrucciones de Pepe por el transmisor, comuniqué que no bajaba ni un hilo pequeño de agua, estaba totalmente seco, tal vez porque permanecía congelada en la cima, en algún lugar de la montaña donde haya sombra permanente, que es donde más crecen las capas de hielo en la pista de Sahún.

No había nada que hacer, todo limpio. Me volví para abajo y salí del barranco para volver al pueblo. 

Hice lo mismo que cuando subí, me eché sobre el hielo pegado a la cuneta de la montaña arrastrándome despacito hasta salir, ponerme en pie y seguír corriendo para abajo.

Así todas las veces que hizo falta. No se puede fiar de andar de pie sobre capas de hielo, tener un resbalón y que la inercia de la caída lance mi cuerpo por el tobogán de hielo que baja como una lengua por el precipicio de la montaña. 

Así dejé atrás la zona de los barrancos y llegué al pueblo. Días después el Gallego y yo tuvimos que subir por la pista de Sahún con la maquineta sin llegar a los barrancos por una tubería que se había roto y expulsaba agua.

Arreglarla fue mojarse hasta las orejas. Suerte que llevamos parkas que son impermeables. Me contó el Gallego que la rotura pudo haber sido por la caída de una piedra encima, ya que vimos que no está enterrada profunda y siendo material antiguo, tipo uralita o así pues se rompen con facilidad.

La arreglamos pero nuestra inspección nos dice que se han roto por la presión de congelación en otro extremo. 

Cuando miramos el conducto de la tubería en la arqueta de las piscinas estaba toda congelada. No llegaba agua porque se había formado un gran tapón a la sombra del frío de Mediodía provocando presión en las tuberías viejas con la obstrucción.

Así que tocó esperar que aquel invierno seco y soleado sin una sola nube durante meses tocara a su fin.

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