lunes, 14 de noviembre de 2022

El alma libre de un corredor popular, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Iñaki era un corredor popular que  cada fin de semana corría las carreras que se celebran en el entorno de su comunidad.

Cada tarde salía con sus compañeros a correr sus sagrados noventa minutos a rajatabla antes de entrar en el gimnasio a realizar una sesión de pesas o correr una sesión de series en la pista de atletismo.

No era cuestión de ganar nada, solo era un corredor popular, un aficionado que se jugaba la "honrilla" con sus amigos y a veces algunas cervezas. Las media maratones existen para correrlas, pura devoción que le llenaba por completo. 

A veces iba con su mujer y sus hijos. Otras con su grupo de colegas compartiendo los gastos de viaje pasando el día en cualquier carrera del circuito que tenían establecido desde hace años.

Un día se sintió mal durante una prueba al punto de desfallecer, con síntomas claros de que algo no iba bien. La ambulancia tuvo que acudir al lugar a la llamada de sus compañeros de carrera donde fue asistido de primeros auxilios siendo trasladado a un hospital donde permaneció en observación unos cuantos días hasta que le iban a dar el alta.

El médico por entonces ya tenía los resultados de las pruebas que le hicieron y fue claro y contundente: 

- En base a los resultados de las pruebas que le hemos realizado, usted no está en condiciones de volver a correr. Como médico le aconsejo que no vuelva a correr nunca más. Usted padece un problema cardíaco de suma gravedad y cualquier día que vuelva a correr, perderá la vida quedándose en el sitio.

Iñaki quedó traumatizado. Lo recogió en el hospital su mujer con algunos colegas que la habían llevado en el coche. Tenía muy mala cara y contestaba a las preguntas sin hablar, moviendo la cabeza.

La señora recibió los papeles del alta crispada escuchando con atención los avisos del doctor con la información reservada sobre su marido.

Una tarde yo había terminado de entrenar, me había duchado y paseando por la ciudad deportiva vi a Iñaki y a Ángel, su amigo personal, sentados en las escalinatas de la salida.

Me acerqué saludando y el hombre se mostró tremendamente abatido cuando le pregunté si había entrenado. Ángel lo miró con pesar. Me contaron lo que pasaba y no tuve palabras para expresarle.

Pocos días después lo volví a ver en las escalinatas equipado de atletismo. Había intentado correr y el corazón le había dado un aviso. Se encontraba bien pero decía que cualquier día cogería el coche y se iría a los montes a correr.

- O mejor!. Conozco un valle precioso donde iré a correr y que la nieve me cubra si me quedo en el sitio - decía.

No me atreví a contradecir lo mucho que él deseaba seguir siendo un atleta, aquellas palabras eran una premonición profunda de su eterno agradecimiento a la vida y al amor que sentía por este deporte.

Pocas semanas después me encontré con Ángel, su colega y compañero, me comunicó su fallecimiento, aunque ya me lo habían comunicado otros. 

Me contó que Iñaki cogió el coche y se fue al Valle de Chistau. Aparcó en el parking a la puerta del hotel. Se vistió con su equipación de atletismo, calentó un poco y se puso a correr.

Cruzó el puente de San Juan sobre el Cinqueta y comenzó a nevar. Ascendiendo pasó por la ermita de San Mamés y la saludó con "Adiós".

La nieve caía fuerte cuando llegó a los llanos del barranco La Pacina y siguió corriendo sobre el suave manto nevado bajo sus pies.

Pasando al lado de una borda se sintió muy cansado. Se acercó andando a un bosque cercano, no podía más, sentía frío. Se apoyo en un árbol y se sentó viendo como el valle desaparecía bajo una gran tormenta de nieve.

Lo encontraron varios días después en aquel lugar donde corriendo se le fue la vida.





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