jueves, 17 de noviembre de 2022

El duende albañil de la calle de la panadería, Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Quizás haya visto otros casos parecidos, pero la mentalidad que requiere una persona como Luís del Sol para ponerse a ejecutar medidas en un terreno de su propiedad y construirse una vivienda en solitario, se le llama tener una paciencia infinita.

También hay que tener dinero para comprar materiales además de una interesante capacidad para dibujar sobre el terreno el diseño delineado con fallos mínimos.

Su construcción requiere que el capital invertido obtenga dividendos porque ya sabemos que cuando se monta un negocio al principio todo son pagos y pérdidas. Requiere tiempo y dedicación obtener el fruto del trabajo realizado.

El día que vi a Luís del Sol tomar medidas en el terreno de su propiedad en la calle de la panadería le pregunté qué dibujaba en el suelo. 

Pronto empezó a construir el muro exterior de la obra para evitar la entrada de personas que pudiesen caer en los agujeros que posteriormente mandó hacer con una excavadora. Eran la base de la estructura, las columnas antisísmicas del edificio.

A veces también aparecía su hermana llevándole el almuerzo a media mañana. Carmen era una persona muy curiosa. Me contaron habladurías y leyendas de ella pero nunca hice mucho caso. Me importaba dos habas lo que dijesen fuese cierto o no. Me la encontré pocas veces en la puerta de su casa o por la calle pero siempre me cayó muy simpática y agradable. 

Cuando coincidimos, hablamos un buen rato, aunque su fabla a veces me era harto difícil de entender. 

Con la fabla chistabina tuve los mismos problemas que con cualquier persona hablando el pedante castellano.

Padezco una minusvalía auditiva de nacimiento que por entonces era del treinta y siete por ciento, reconocida desde mi niñez.

Hoy es del cuarenta y seis por ciento y no me quedan muchas ganas de volver a entrar en una cabina de audiometría. La última vez que fuí, el energúmeno que manejaba los mandos del artilugio me hizo sufrir muchísimo con los contrachoques eléctricos. Me quitó las ganas de volver.

Cada mañana paraba a hablar con Luís del Sol mientras trabajaba, piedra a piedra elevando un metro el muro exterior, con maestría perfectamente demostrada. Ya me había instruido en los años de construcción de la ermita Virgen de la Plana observando a los maestros albañiles, Cozme, Ferrer y el Gallego, estudiar las piedras para colocar la cara buena hacia el exterior.

En los días más crudos del invierno el hombre no trabajaba. En los días más cálidos cercanos a la primavera continuaba por donde lo había dejado.

Tranquilo, sin prisas, planificando sus movimientos, la estructura cogió forma. Piedra tras piedra, ladrillo tras ladrillo las paredes exteriores e interiores de la casa se alzaron hasta un metro de altura.

 La pared de piedra exterior y la de ladrillos interior separadas por un espacio de entre veinte y treinta centímetros para rellenar la pared de ladrillo interna con espuma de poliuretano, material aislante que se solidifica al contacto.

No hubo día que tras unos cafés, me dirigiera a la panadería o para casa y no estuviese Luís del Sol trabajando. Como dijo Ángel Ballarín, sí, el sastre de Barcelona que me metió una paliza jugando al tenis en el pabellón de las piscinas, el mismo que viste y se viste: "A lo tonto a lo tonto se está construyendo una casa."

Había visto la evolución de la obra desde el primer día cuando llegó el camión descargando la grava en los encofrados del suelo y mortero en los encofrados de las columnas,  lo que sería la estructura del edificio. 

En los tejados Luís del Sol metió otras personas más profesionales. Tener un buen tejado equilibrado y estructurado es fundamental para que un edificio resista toda la vida. Colocar las tejas de pizarra ordenadas para obtener un aislamiento y protección garantizados contra la dureza del clima en Chistau.

O si no que se lo pregunten a algunos que se compraron un coche nuevo la víspera en pleno agosto, que se desató una tormenta de granizo que los abolló por completo. Sin un buen tejado no tienes casa. ¡Menudo el Luís del Sol!.






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