Es un gistaino nato, criado y crecido como gistaino puro con toda la dureza de vivir en la cima del Valle de Chistau.
Yo tengo buen concepto de él y lo considero un gran amigo mío. Da igual como lo pongan algunos. El tío tiene unos rasgos franceses que ni él mismo se aclara. Pero yo me hincho de reír con eso.
El hombre estaba muy orgulloso de ser cartero, de haber sucedido a su padre también cartero.
Me contó una historia delante de su padre con un invitado de Málaga, que yo conocía de la Junta de Andalucía.
Que el anterior cartero era andaluz y de Málaga y resulta que pregunté a unos conocidos de la Junta de Andalucía en Málaga cuando pasaba por los bares donde también estaba este señor que había estado en Plan y, Manolo Mur tenía toda la razón.
Por otro lado, cuando aún era un desconocido que dormía en la tienda de campaña en la acampada municipal junto al aserradero, Manolo Mur me trajo un hornillo de camping gaz para poder hacerme la comida caliente porque ya sabemos como las gastaba el forestal de la melena larga de cola, que por cualquier cosa pensaba que yo encendía fogata estando prohibido.
Eran los primeros meses que yo estaba aquí porque toda vez que me iba a ir Pepe Ruché insistía en que me quedara por no sé qué fiesta.
Y claro, encendía la llama de mi curiosidad por saber de qué se trataba y no me iba. Al mismo tiempo seguía entrenando y averiguando pistas forestales para correr que me indicaban los feligreses del bar de Ruché por las mañanas.
Otra cosa que me encantaba de Manolo Mur es que llegaba un día y me decía "¿Te vienes?" y yo le preguntaba "¿A dónde vas?" y contestaba "¡Por ahí!" y nos ibamos a Francia a recorrer los pueblos tras el túnel de Aragnouet-Bielsa y hasta estuvimos comprando en un supermercado donde la cajera me echo una mirada que si no me la comí ni quedé con ella es porque iba con Manolito y era el guía de aquella expedición.
Otros días me llevó a Aínsa a coger dinero y o comprar otras cosas que necesitaba para mi estancia en Plan.
Pero lo bueno vino un día que me dijo que iba a Gistaín que si quería ir y yo fui. Estaba arriba el Consejero de Deportes de Aragón con su secretaria y claro, donde entramos yo nunca había estado.
La curiosidad es que estaban los chavales de Gistaín, estos que salen en las fotos con el burro y los cacharros, que yo iba a jugar algunas tardes al fútbol con ellos, nunca me aprendí sus nombres porque no eran amigos habituales, pero con el consentimiento de Manolo Mur me bajaron los pantalones para verme los cojinetes y me echaron una especie de pintura diciendo "La tiene pequeña".
Nada grave lo de la pintura porque ya me dijo el colega con el que jugaba al fútbol que se quitaba sola en unos minutos. Y lo de "la tiene pequeña" me recuerda a un gay que teníamos en el club de atletismo de Málaga, que siempre coincidía conmigo y también con otros en las duchas y un día que estábamos solos llegó a decirme lo mismo, a lo que yo respondí que "Muchos no vamos por la vida con la picha desenfundada sino bien guardada" y claro, también le tuve que decir que ni mirándolo fijamente se me va a poner gorda.
Y tiene gracia porque yo a veces me he bañado desnudo debajo del puente de madera, además que si vas por Nerja, durante décadas he estado bañándome en las calas de Maro como mi sagrada madre me trajo al mundo.
No me enfadé con los chicos de Gistaín sino con Manolo Mur, porque yo nunca lo llevaría a ningún sitio donde le gastarían una broma de mal gusto.
Si me lo hubiesen pedido incluso me hubiese desnudado para que me vean lo guapo que soy igual como me lo pidió una señora con su marido en la playa nudista granadina de Cantarrijan donde solo se ven paquetes arrugados.
Me invitó a ir un amigo diciendo que se veían muchas mujeres desnudas. Pero como las de la Caleta de Maro ninguna. Os lo aseguro!. Así que si queréis ligar no vayáis por Cantarrijan. No vais a cantar con ninguna.
Por otro lado Manolo Mur me sorprendió la primera vez que lo vi trabajar de camarero, camarero de primer nivel sin duda. Yo que procedo de la hostelería porque mi padre tuvo muchos restaurantes y negocios hosteleros además de ser chef de cocina, sé valorar los buenos camareros.
Pero tengan cuidado conmigo, yo soy un renegado de la hostelería. Además me pusieron en la lista negra por rebelde, no porque no trabajara bien sino porque no me plegaba a los designios de algunos mamones. Si me acosan suelo quemar las ollas hasta dejarlas inservibles.
Que Manolo Mur sigue siendo amigo mío para toda la vida no os quepa duda.
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