No se trataba más que de una reunión anual de amigos en una comida donde comeríamos y beberíamos hasta hartarnos.
Fuimos a comer a Casa Rubén de un tal Quino en Hospital de Tella. Yo no lo elegí. No tenía ni idea. Lo eligieron los tres canallas porque después de cenar había fiesta en Lafortunada y nos quedaba a tiro.
Bueno, pues comimos muy bien y tuvimos algunas discusiones y discrepancias con algunos roces que habían surgido y es que a Nacho seguían llamándole McRae como un chaval joven que se imagina cosas que no suceden sobretodo cuando se enamora.
Carlos Buisán por mi actitud agresiva en una fiesta que no recuerdo si era Parzán donde alguna gente tiraba petardos a otra gente y pensé que eran algunos chavales de Plan quienes los tiraban y que me los tirarían a mí.
Salió que nunca iba a agredir a nadie del pueblo pero lo extendí a todos los habitantes del valle.
Con Miguelo la discusión era sobre la calidad del vino que nos estaba sirviendo Quino, con quien compartimos mesa y algunas copas.
Yo decía que Enate era una marca barata. Bebía y bebía y no notaba nada. Como si bebiera agua porque me entraba tan suave que era una delicia.
La contraofensiva estaba asegurada. Quino decía que era de los mejores vinos y yo cabezón como pocos justificaba "Pero si Enate está aquí al lado. Cómo va a ser un vino caro?."
- Coñoooo!. Trae la carta Quino. Enséñasela!.
Y Quino me trae la carta, veo el precio y me quedo aturdido. Enseguida replico que "Será otro Enate" y es escuchar un montón de réplicas en una conversación de beodos pasados de bebida.
Enseguida salta Carlos Buisán "Hoy ligamos en Lafortunada" y se arma un revuelo incomprensible de playboys montañeses experimentados dando opinión y discutiendo los pormenores y las controversias del noble arte de ligar avinagrados como una cuba.
Cuando llegó la hora de pagar solté hasta la última peseta más el bote y nos montamos en el Ferrari de Miguelo con muchas ganas de mostrar nuestros encantos a las bellas y nobles damas que nos esperaban con los brazos abiertos en el ayuntamiento de Lafortunada.
Llegamos y me sorprendí de los grupos de chicas que había. Lo mismo Carlos Buisán tenía razón y ligábamos ese día. Yo había entablado conversación con algunas y les había hecho reír. Buena señal. Esto marcha!.
De repente se escucha un fuerte estruendo en la calle y empieza a llover. Enseguida se oyen truenos y relámpagos, un arrastre de piedras terrible y se fue la luz.
Ni música, ni chicas, ni nada!. Todo a oscuras!. Cuando pusieron velas se habían ido la mitad de las chicas y ahora se veían grupos de chicos.
Volvió la luz pero enseguida se volvió a quedar todo oscuro. La fiesta había dejado de ser una fiesta y las chicas se habían ido. Decidimos irnos también.
Por el desfiladero de las Devotas habían caído montones de piedras que tuvimos que sortear junto con más coches. Ya no llovía pero el clan de playboys beodos nos habíamos llevado un chasco y regresábamos a casa.
Por la carretera Miguelón conducía tranquilo, despacio y sin prisas, sorteando piedras en los lugares conocidos. Lo malo es que cuando giraba con el volante a la derecha sonaba el intermitente a la derecha y cuando giraba a la izquierda sonaba el intermitente a la izquierda.
Carlos Buisán parecía disfrutar oyendo el sonido del intermitente y se burlaba de Miguelo "Oyes?. Es el intermitente!". Y Miguelón lo miraba intentando comprender el chiste y McRae ponía cara de gato Garfield con dolor de estómago.
Aquello era una pasada. En la recta del túnel de Plandescún, Miguelo refunfuñando le dijo a Carlos "Ya no se oye el intermitente", pero en cuanto pasamos el túnel, se gira un poco a la derecha y volvimos a oír el intermitente unos segundos antes de la recta. No podíamos contener la risa y Miguelón muy serio se quejaba.
Cuando pasamos por la Capilleta nos dijimos "Si no es por la tormenta hubiésemos ligado seguro."
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