Llegó a tener un proyecto de grupo con Nacho Ruché de guitarrista. Un día me dijeron que bajara por el matadero a la hora de los ensayos aunque no esperaba encontrarme gran cosa parecía que iban en serio.
Nacho incluso intentó venderme la guitarra eléctrica cuando lo habían dejado y no la compré porque creo que la Dona de casa Ballarín no me iba a permitir enchufar una guitarra eléctrica para ponerme a aprender acordes varios que necesitan dedicación y mucho tiempo.
Me hubiese unido al grupo Colís & Nacho pero sabía que tenía poco recorrido aunque sonaran muy bien.
En el rock más que cantar se dan gritos dependiendo del grupo del que uno sea adepto.
A mí me gusta el rock estructurado. Que la música suene tal y como la he escuchado sin que falte ni una de esas notas que provocan que mis neuronas bailen en mi cerebro con la melodía conocida que es fácil de tatarear.
En el rock triunfan las notas buenas o muy buenas que se repiten, porque las mejores melodías de la vida son notas estructuradas que se repiten y podemos tatarear, y con ello nos alegran el alma.
Qué pasó con el dúo Colís & Nacho?. Pues lo mismo que le pasó a una persona que yo conocía. Formaba parte de un grupo de heavy metal, el chaval que movía el cotarro dejó el grupo por puro aburrimiento. Lo que pasa cuando no se tienen las ideas claras.
Lo cierto es que Colís siguió siendo músico a su manera y continuó con su trabajo en el matadero municipal, puesto que ya tenía una esposa y hijos que alimentar.
Nacho por su parte no consiguió venderme la guitarra eléctrica. No cabía en mi mochila y ya tuve bastantes disgustos de que me robaran en mis viajes flautas con sonidos únicos que nunca más he logrado escuchar.
No sé si en Chistau siguen funcionando Pitarratons. Lo mismo han crecido y prefieren una música más melodiosa con el insigne profesor Roberto Serrano.
Al fin y al cabo la música es ruido controlado, juntado para crear melodías que suenan mucho mejor si van con armonía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario