Algunos amigos del Valle de Chistau se preguntarán por qué no voy por el valle.
Creerán que he cambiado.
Tal vez algunos pensarán que por habernos hecho un poquito de daño estoy resentido.
Pero no es ese el caso.
Quizás comprenderán que he querido muchísimo a mis padres.
No me importan las rencillas que haya tenido con ellos.
Como aceptar que estuviera cuarenta años con la mochila en la espalda, sin importarme el lugar donde iba a dormir cada noche.
Resentimiento con algunas personas del Valle de Chistau ninguno.
Nunca he sido un indigente. Siempre he llevado dinerito en el bolsillo, para lo que haya hecho falta. Así ha sido siempre.
No me importaría volver a Chistau y dormir al raso, porque además lo disfruto.
Ni volver a coger un cubo para bañarme en el Cinqueta cada dos días, en pleno invierno, aunque haya caído mogollón de nieve.
Ese soy yo, que además no me gusta echarme perfume. No he cambiado.
En estos tiempos que no salgo de mi casa, ni siquiera voy a mi playa de Nerja, donde me conoce todo el pueblo, donde he vivido allí en la playa y en un cortijo con tienda de campaña desde la mocedad.
Suelo acordarme de todas las personas del valle sin excepción.
Tenía mi grupo de amigos pues como todo el mundo.
A mí me da absolutamente igual si alguna vez no estuve de acuerdo con alguien.
Lo único que he hecho es vivir mi vida sin dejar que nadie cambie la libertad que he conseguido.
Tengo mi casa, vivo en ella y vivo mi vida, esperando que algún día se den las condiciones para viajar al menos por tres días, a Plan, a llevar flores a las personas queridas que se han ido en mi ausencia.
Pero a mí me gusta llevar siempre mi dinerito en el bolsillo.
En mi ciudad natal, Almería, también reclaman que vaya a tomar unas cervezas.
Eso es exactamente lo que hacía cuando alquilaba un coche, ir a lugares donde tengo amigos o familiares.
Pero ahora no hay dinero para ir a ninguna parte, y lo que hago es vivir y disfrutar en mi casa a mi manera.
Hace poco tuve que ir al dentista y me costó dinero.
Este mes me han llegado siete facturas de la luz, que no sé por qué no la cobraron en su momento, y lo cobran ahora de golpe.
A lo mejor ustedes están acostumbrados a estos golpes, pero yo no, y detesto que me lo hagan a mí.
He pasado veinte años esperando horas y horas en las salas de las instituciones del Estado, para sacar dinero por los problemas de mi madre y de mi padre.
Yo he estado fuerte y mi paciencia fue infinita.
Pero ahora estoy muy hastiado de haber cargado con todo, y de aguantar a tanto sinvergüenza.
Se parece a lo que me pasó en Ibercaja. Fui con la cartilla y la tarjeta bancaria con todo pagado, sin deber ni un euro.
Pero los hijos de su madre, me tuvieron casi cuatro horas pidiéndome cada vez más dinero para cerrar mi cuenta.
Llegaron a sacarme casi 300€ extra por no sé qué que se han inventaron para extorsionarme.
Así funciona todo. Extorsión y cada cual sacando tajada como puede.
Pero cuando me toca cobrar, me quitan derechos, no me dan trabajo, no me permiten mercadería y me dan una miseria.
En Torremolinos, personas que trabajan en la hostelería, que en otros tiempos me hicieron la vida imposible cuando era pinche de cocina, reclamaron que me uniera a ellos en su huelga, según dicen para defender nuestros derechos.
Es decir, los derechos de ellos, porque hoy día cobran 400 euros miserables por medio día de trabajo, seis horas, en los restaurantes y bares donde trabajan.
El mundo al revés para que yo defienda a mis acosadores.
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