viernes, 14 de abril de 2023

La terrible verdad sobre la Caravana de Mujeres de Plan, Valle de Chistau, Pirineos de Huesca.

Os quiero contar una historia terrible que le ocurrió a un hermoso valle de los Pirineos de Huesca, que fue invadido hace más de treinta y cinco años por batallones de mujeres hijas de Lilītu, la innombrable que todas las religiones ocultan de los orígenes del Paraiso.

Lilith, como todo el mundo sabe, fue la antigua diosa mesopotámica de la destrucción conocida como la ‘Señora de la Noche’, una de las diosas más antiguas de Babilonia que sostiene en sus manos el caos y la vida.

En el Valle de Chistau todo sucedió en mitad de la noche con la llegada de las sombras. La presencia de las hijas de Lilītu fue tan oscura que se apoderó del corazón de los mozos haciéndoles perder la cordura durante horas, días y semanas.

Crearon un caos tan grande en Plan, que llenaron de calamidades los sesos salvajes de los mozos usando brevajes, perfumes y parásitos que invadían sus cerebros con tanto poder que los volvían zombis para que no pudiesen huir a los brazos de sus mamás. 

Una vez dentro de sus casas, los hacían trabajar en tareas agricolas y ganaderas desde el amanecer hasta el anochecer,  cuando retornaban muy cansados al hogar tan frágiles que eran marionetas de las caricias y los besos con los que estas mujeres compraron su fidelidad.  

Una imagen en una tablilla de terracota de cincuenta centímetros de alto, representa a las hijas de Lilītu con dos objetos en las manos rodeadas de mozos de Plan, con textos sagrados en los que ellas sostienen la vida y la muerte, con su nombre tal y como originalmente se escribía, que viene a significar «Monstruos de la noche». 

A las terribles mujeres también se las representaba con alas completamente desnudas flanqueadas por maciellos, (los mozos zombis del pueblo), de pie sobre sus espaldas como leones amansados, representando a aquellos cuyas mentes y pensamientos fueron turbados con besos y caricias y no dudaron en proponer matrimonio. 

El sacerdote de la iglesia de Plan dejó bien claro que las mujeres que vendrían en la Caravana eran muy peligrosas, al punto de asegurar que los hechizos y la hipnosis provocada por las pelirrojas desaparecería rezando y expiando los pecados. 

Aún así el cura aseguró que en Plan no tuvo que hacer ningún exorcismo. No hubo ni un solo mozo de San Chuan, Chistén, Serbeto, Saravillo, Sin, Tella ni de Lafortunada o Badaín, que pidiese sus servicios o acudiese a rezar al templo para salvarse de los hechizos y la hipnosis de las hijas de Lilith. Recalcó que solo le preguntaban tonterías con cara de bobos y que los mandaba rápidamente al diablo para que lo dejasen en paz.

Lo cierto es que fueron anulados por estas hermosas mujeres liberadas y ninguno puso ni la más remota queja a pesar de saber que el objetivo de las damas era invadir el pueblo a través de sus corazones para infrigirles severos castigos envolviéndolos entre sus cabellos rojos, aunque los tuviesen teñidos de otro color.

En la Caravana de Mujeres se obviaron los peligros que los relatos bíblicos avisan: " Tened cuidado con las hijas de Lilith porque nunca se redimieron como la pelirroja María Magdalena siendo fiel seguidora de un tío raro llamado Jesús." 

Pero los mozos ni puto caso a pesar de que en la tradición judía-cristiana deja claro que estas mujeres no fueron creadas de la costilla de Adán como lo fue Eva, sino de la tierra y el polvo como lo fue Adán. 

La antigua diosa de Babilonia, por ovarios, no tuvo problemas para tentar a los chicos de Chistau alejándolos del camino de la luz, logrando que el imaginario popular las viese cortejando maciellos cual serpiente enredada en sus cuellos.

No es de extrañar que los mocitos cayeran isofacto bajo el hechizo sin que el cura tuviera más poder que la de casarlos.

Todo comenzó un domingo de invierno en el bar Casa Ruché, que los chavales del pueblo viendo en la televisión la película 'Caravana de mujeres', un western de 1951, sucumbieron a aquel hipnótico encantamiento.

A través de la película fueron tentados por el "Espíritu de la Pelirroja" hasta tal punto que se les ocurrió la loca idea de organizar una caravana de mujeres, desconociendo que acudirían las más peligrosas hijas de Lilītu para robarles el cerebro y el alma, haciendo papillas para críos con sus sesos.

La idea se extendió como la pólvora y el Valle de Chistau apareció en todos los mapas habidos y por haber, puesto que en la Caravana llegaron cientos de mujeres libres de corazón, soñadoras deseosas de un marido que no dudaron en apuntarse al evento sin importar la lejanía de sus lugares de origen, buscando un futuro y un hogar.

Todas querían visitar el enclave con el objetivo de intimar con los maciellos de Plan haciendo añicos sin piedad sus sesos volátiles de solteros para casarlos y criar descendencia.

Lo primero que hicieron los hechizados mozos fue poner un anuncio en el periódico y establecer como centro neurálgico de encuentros el bar Ruché en Plan, cuyo dueño, un tal Pepe en connivencia con un tal Fantova, estaban compinchados con las pelirrojas para invadir el pueblo.

Tras la publicación del anuncio y la aparición de la llamada, las mujeres solteras de todo el país se hicieron eco de tan importante noticia que se extendió incluso fuera de España y atrajo a las principales cadenas de información con sus corruptos periodistas, que ayudaron a montar el escenario diabólico para la ocasión. 

Resultó tan abrumador para los chavales de Plan, que ellos mismos reconocieron que no se esperaban que el evento tuviera tanta transcendencia, ni que el pueblo con cien habitantes, tuviese todos los días miles de personas tentadas a encontrar una nueva vida.

Lo peor ocurrió el 7 de marzo de 1985 cuando llegó la primera de las cinco caravanas. Más de ochenta damas pasearon ante los maciellos que no pudieron evitar volverse zombis. 

Fueron hipnotizados por sus cabelleras deslumbrantes, sus perfumes de aromas que desprendían olores desconocidos y enjambres de parásitos en expansión que carcomían sus cerebros disponiéndolos a estar a la altura de las bellezas que se mostraron ante sus ojos. 

La diosa Lilith había ganado la batalla. Lo peor es que las ochenta mujeres eran tan peligrosas que no dudaron en relacionarse íntimamente con los maciellos del pueblo arrastrándolos por lugares misteriosos tan vírgenes como el amor.

Las familias del pueblo, engatusadas por el magnetismo de aquellas solteras, colaboraron acogiendo a las chicas en sus casas durante al menos tres días que hubo fiestas, bailes y actuaciones para propiciar un ambiente de provocación y enamoramiento.

La Caravana de Mujeres logró que muchos buenos mozos no dudaran en matrimoniarse, con tan mala intención, que invitaron a alguna de aquellas mujeres a sus casas, ofreciéndoles un hogar donde vivir sin dejarlas ir.


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