lunes, 19 de diciembre de 2022

El hotel Anita y otros establecimientos de los Pirineos Valle de Chistau, Huesca

Quiero contar que la señora Anita, era una mujer con la que siempre hablaba en cualquier lugar que nos encontramos. Sobretodo cuando iba al banco de San Juan que pasaba por la puerta de su casa. 

También he visto vídeos de ella haciendo panes, la colada de sábanas en el río y haciendo algún tipo de pastel típico del valle.

Cuando llegué, el hotel Anita todavía estaba en los esqueletos aunque había una parte ya muy avanzada. 

El lugar de su construcción es una atalaya extraordinaria que mira al Macizo de Cotiella con el frontal de las montañas chistabinas en primer plano alejado que también incluye el curso del río Cinqueta.

Hubo un baile al que me llevaron y se veía desde allí una luna extraordinaria sobre los montes ensombrecidos por el halo lunar. 

Creo que fue el primer baile al que acudí porque no recuerdo otro baile antes que este. Además soy muy amigo del hijo de Anita y cada vez que lo veía iba vestido de traje de trabajo marrón claro con chaleco y de trabajar la madera.

Las cosas artesanales que se producen, se fabrican o se construyen en Gistaín, Saravillo, Sin, Tella, San Juan, Plan y Serveto, son extraordinarias y requieren muchos años de trabajo, incluso de una generación a otra en su evolución por mejorar la vida de los chistabinos.

En lo seis años que estuve en Plan, siempre echaba en falta a gente que no estaban en el pueblo o se encerraban en sus casas excepto los fines de semana.

Años después he ido comprendiendo que se dedicaban a estudiar hostelería, una profesión: Cocina, Arquitectura, Turismo, Empresariales, Electricidad, Fontanería. Etcétera.

Hay que añadir que incluso crean escuelas, pastoreo, tejer, música y danzas chistabinas, arte, sastrería para dar colorido moderado y el corte de ropa autóctona chistabina.

En Gistaín la chacinería autóctona, la carne de San Juan, los quesos de Saravillo, los diferentes sistemas de panales para producir miel que se han ido instalando con el tiempo para obtener un producto propio. 

Los platos que veo en el hotel Anita son extraordinarios con un diseño y profesionalidad muy altas que demuestra que se han preparado y trabajado duro durante años. 

Me sorprende tanto el hotel Anita como el restaurante Bistro en Plan del hijo de Ángel Ballarín de San Juan de Plan.

 Pensé que había montado un restaurante de cocina chistabina pero ha traspasado los límites para crear platos de autor de alta cocina. 

El hotel Mediodía también estaba en los esqueletos. Pepe y Mercedes de Casa Corneta iban ganando poco a poco y invertían para acabar la construcción conforme los veranos llenaba sus habitaciones de inquilinos. 

Y mientras las hijas hacían su carrera de empresariales y hostelería y han montado una lavandería. 

La calle del ayuntamiento tenía por entonces un gran solar y casas en ruinas usadas tal vez para el ganado hasta construir un complejo de apartamentos.

Casa Ruché también creció con su comida autóctona casera y tiene nuevas instalaciones además que se desplazan para dar servicios de catering.

Recuerdo los graves problemas para que un autobús pudiese llegar a Gistaín. No sé dónde van a aparcar si llegan ahora porque tienen una ermita muy atractiva en el cerro que los protege del viento del norte. La ermita de San Fabián.

Las sombras se vuelven luces y cuando hay dinero se invierte.


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