Y esto es lo que fui contándole durante décadas a la gente pesada que siempre busca ponerme algún mote imposible.
Lo de nacer con hipoacusia severa lo explico de forma realmente fácil y realista. Uno ve las teclas de un piano de cabo a rabo, o conforme las visualiza de izquierda a derecha en el sentido de como leemos.
De graves a agudas se comprende que todas esas teclas del piano representan el espectro del oído de una persona normal.
Si lo comparamos por ejemplo con la franja auditiva de un perro, un gato o cualquier otro animal común, todas esas teclas del piano se quedan cortas, lo que da a entender que el ser humano padece discapacidad auditiva.
Así que bienvenidos a mi mundo donde sobran casi el 25 % de las teclas del piano más agudas.
La primera vez que oí música autóctona del Sobrarbe creo que fue de un disco lleno de signos que podía leer "La Ronda de Boltaña."
La primera noche en Plan la dormí en la puerta de la farmacia porque no tenía ni idea dónde estaba.
Quién iba a pensar que la mujer de cabellos largos junto con la rubia que me despertaron para preguntar si estaba bien, era Elena Requejo, voz e intrumental de "La Orquestina del Fabirol", grupo del que también había visto bellas portadas de discos encuadernadas con todo tipo de símbolos celtíberos y lujo de detalles.
Con la música me ocurre una cosa importante que pasa desapercibida. Impedido de entender las letras que se cantan, el sonido de las palabras suena como un instrumento que acompaña el compas de los mismos sin importar lo que digan.
Tan solo me dejo llevar por las ondas musicales que me procuran ensoñación. Y cuantas más ondas musicales atrapan mis oídos, más buena y más calidad tiene para mí la música. Es como una forma de autismo musical. Una canción que no suena bien ni me hace soñar simplemente la considero chatarra.
No hubiera podido soportar la voz de Pepe Ruchè cantándome al compás del disco de La Ronda de Boltaña soñando en el bar.
O el concierto entero que me tragué de la Orquestina del Fabirol en el castillo de Aínsa aquel día que Roberto y su señora me invitaron a ir con ellos.
Cómo soportar aquel precioso cantar de la chica de San Juan de Plan con sus coplas a viva voz en mi primer San Mamés.
Aunque me sienta desorientado la música me hace soñar. No importa si entiendo o no lo que expresan las palabras. Lo más importante es el contenido, la voz como un gran instrumento en el conjunto de la orquesta.
Cómo iba a entender los cantos de los fabiroles si no sé aragonés ni capto lo que dicen las palabras en castellano?.
Soy un soñador. No me pongas chumba ni música chatarra. Corres el riesgo que cualquier día tome represalias que no te van a gustar.
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