En el Génesis se cuenta a Túbal entre los hijos de Jafet. (Gen. 10, 2). A la tribu de Túbal los cimerios los expulsaron de sus antiguas tierras y los hicieron retirarse a Georgia, la zona montañosa oriental del Mar Negro.
Georgia es la Iberia del Caúcaso, donde la tribu de Túbal, íberos, empezaron a emigrar a la península que se llamó luego Península Ibérica en su honor, lo que actualmente es España y Portugal.
Entraron por los bosques de los Pirineos donde se establecieron creando un reino que abarcaba desde el río Noguera Ribagorzana al este, el Garona y el Louron al norte, el Cinca al oeste y el río de la Nata al sur.
La tribu se distinguía por la forma de trabajar el hierro y el cobre y eran tan buenos que su maestría se difundió y se extendió por el Asia Menor y el Oriente Próximo.
Se les denominaba tibarenos cuando llegaron a la península y fundaron su reino, que abarcaba todo el Valle de Chistau y todos los valles adyacentes.
Estos íberos siempre aparecían mencionados como la tribu de mesec o mesej en la tradición cuneiforme asiria, en los escritos griegos y en los bíblicos, porque eran originarios de Cilicia.
En la Biblia aparecen mencionados y descritos en el Libro de Ezequiel (Ez. 27,13) y en el Libro de Isaías (Is. 66:19) en el siglo VII a. C., donde se les considera buenos guerreros, orfebres y vendedores de esclavos.
Los mismos que en algunos momentos de la historia fueron aliados de los escitas y de otras tribus para comerciar, guerrear y defenderse de sus enemigos comunes.
La bruja Mameluca pues nació en los Pirineos siendo hija del Túbal bíblico justo cuando se consumó la fundación de este reino por aquellos primitivos íberos de la Edad del Hierro y del Cobre.
Era una niña vivaz y muy bonita que cuando creció se convitió en una dama tan bella que los guerreros luchaban entre sí para obtener derechos de cortejo.
Debido a la corta esperanza de vida, las mujeres como Mameluca se casaban aproximadamente a los quince años en bodas donde la celebración duraba tres días.
La curiosidad es que eran las hermanas las que escogían las mujeres de sus hermanos.
La boda se inició con la Proaulia o baño preparatorio pre-nupcial en una fuente. El segundo día la Anakalipteria o acto durante el cual se presenta oficialmente a la novia, momento en que se descubre el rostro de la novia para mostrárselo al novio.
Al tercer día se celebró la Epaulia, que comenzó en las primeras horas de la mañana con una procesión de amigos, amigas y familiares del novio hasta el hogar nupcial, para dejar allí los regalos de la boda. En esta comitiva los novios iban en un carruaje que abrió el desfile.
Uno de los rituales de los íberos eran los bailes entre parejas con las manos entrelazadas en representación de la unión nupcial. Nunca faltaba la música en estas celebraciones en las que se exaltaba la alegría por la vida.
En estas ceremonias nupciales tanto la mujer como el hombre usan vestidos muy coloridos con muchas joyas, y se utilizaban copas y utensilios hechos de materiales valiosos. El marido era el que llenaba a la mujer de ofrendas que después heredarían las hijas.
Mameluca tuvo la desgracia de ser escogida por amigas que eran las hermanas de un hombre que en principio le pareció bueno pero resultó ser un marido vanidoso, atroz y poco cariñoso.
Tuvo entonces consciencia de lo terrible que resultaba ser libre en un mundo de hombres. Se enamoró del guerrero que la hizo su esposa, pero el hombre, poco atento con ella, no le correspondía.
Por ello no se sintió capaz de quedarse embarazada y darle un hijo, lo que provocó que un día su marido tomara venganza.
La llevó al bosque con intención de matarla para poder casarse con otra, puesto que el matrimonio en las tribus íberas era monógamo, una mujer para toda la vida.
Sabiendo que su vida corría peligro, Mameluca consiguió escaparse arrojándose por una empinada ladera boscosa perseguida por su marido deseoso de vengarse por no haberle dado hijos.
Corriendo y corriendo, exhausta, perseguida por el hombre a escasos quince metros, de repente sus pies se colaron por un agujero que no pudo ver y el suelo la absorbió sin dejar rastro.
El marido vio desaparecer a su mujer pero por más que buscó fue incapaz de saber qué la hizo desaparecer.
El denso bosque y la maleza ocultaban un pequeño agujero muy difícil de localizar, por donde había caído Mameluca al interior de una gruta conocida hoy en día como la Cueva dels Crabons Royos, situada por encima de Gistaín en el Valle de Chistau, en una zona de pastos y bosques que en aquella época eran terrenos de cría de ganado bovino.
Tras la caída, Mameluca se dolía y quedó coja de una pierna. Buscó una salida de la cueva siguiendo una luz lejana que iluminaba el interior.
Llegó a una sala donde encontró tablillas de escrituras cuneiformes cuya lectura versaba en conjuros de magia negra tan negra como su mente en aquellos momentos que decidió vengarse de su marido y de todas aquellas personas que le habían hecho tanto daño.
Así fue como a través de aquellas tablillas en escritura cuneiforme versadas en ciencias ocultas, Mameluca se convirtió en una bruja que cuanto más conjuros leía más fea se volvía y más mala y vengativa.
Se había vuelto tan fea que un día vio a su marido cazando por el bosque y atrayéndolo hacía sí misma imitando el sonido de animales, salió de golpe de detrás de unos setos y del susto el hombre se quedó más tieso que un palo.
Su marido se había muerto él solito sin usar la violencia. Había estirado la pata bien estirada y Mameluca había descubierto el filón de dar sustos de muerte. No vaciló a la hora de asustar a aquellas personas que la maltrataron y vendieron su alma a su marido.
Un día descubrió otra sala con más tablillas de escrituras cuneiformes que en vez de volverla fea la embellecían tan bella, que la visión de su belleza mataba igualmente de puro enamoramiento.
Algunos hombres que antaño luchaban entre sí por ella, tuvieron la mala suerte de tropezarse con tanta belleza que sus corazones estallaron de tanto amor que no lo pudieron soportar.
Si se volvía fea mataba y si se volvía bella mataba igualmente, y a ella le gustaba. Pero también quería tener una vida y pasear entre la gente.
Buscando entre muchísimas tablillas encontró los conjuros para que su imagen se tornase natural a voluntad y que la gente no se muriese del susto al verla.
Después de cinco mil años, Mameluca sigue viviendo en el Valle de Chistau una vida eterna, desdoblándose para aparentar ser madre e hija cuando son una sola persona.
Nadie sabe quién es Mameluca pero si visitáis Gistaín, San Juan, Plan, Saravillo, Serveto, Sin, Señes, Tella o Lafortunada hoy día, os la podéis encontrar a vuestro lado tomando cerveza en cualquier bar, aparentando normalidad, observándoos con un ojo abierto y el otro también, por si merecéis o no morir de un susto o por enamoramiento.
Id con cuidado!. Quedáis avisados!.